- Redacción
- •
- 2006-09-01 00:00:00
Todavía no se sabe si es un invento genial, el huevo de Colón, o un gran fiasco empresarial. Varias compañías de bebidas han comenzado a comercializar vino en lata, como la firma australiana Barokes Wines, la argentina Gargantas de Lata o el viticultor Niebaum-Coppola Winery de Francis Ford Coppola en el valle Napa de California. ¿Cómo va a recibir la idea el consumidor tradicional? En países como Australia y Japón el vino enlatado causa sensación, sobre todo en este último, país considerado el paraíso de las bebidas enlatadas. A España ya han llegado los vinos enlatados de Barokes Wines y Gargantas de Lata, muy distintos, tanto en contenido como en continente. Barokes presenta dos vinos australianos: un tinto (coupage Cabernet, Syrah y Merlot) y un blanco (Chardonnay y Sémillon), ambos tienen también su variante con gas. El fabricante asegura que la tecnología «Vinsafe» preserva la calidad del vino gracias a una protección interna que hace que mantenga todas su propiedades. Las latas delgadas, «slim line», de estos vinos tienen una estabilidad de cinco años. Para Alberto Sábado, consejero delegado del importador exclusivo en España de Barokes, tras un detallado estudio sobre el mercado español, «entendemos el mercado en dos niveles: los consumidores activos, relativamente jóvenes (30-45 años) con una mentalidad abierta, que enseguida han aceptado el producto, y el consumidor latente, más clásico, que ve con sorpresa el producto. En el mercado europeo hay todavía poca experiencia en productos de este tipo que no pretende sustituir al embotellado, sino ampliar el consumo a momentos donde hoy en día la botella es incómoda y la gente deriva a otras bebidas». Laqueado interior Por su parte, Garganta de Lata comercializa un vino tinto Malbec-Cabernet, y un blanco Chenin Blanc importados de Argentina. El envase ha sido tratado con una sofisticada técnica de laqueado interior, bajo la aprobación del Instituto Nacional Vitivinícola de Argentina, para anular el posible sabor a metal. Ésta técnica impide que el aluminio entre en contacto con el vino. Para el creador de Iron Wine, un joven empresario llamado Jaime Travers, el destino de nuestro producto «apunta a un segmento joven, aunque el objetivo es llegar posteriormente a consumidores experto de mayor edad. Abrir el consumo con nuevas ideas que ensalzan un producto que ha sobrevivido el paso del tiempo»