- Redacción
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- 2006-01-01 00:00:00
El recorrido por la Rioja Alavesa tiene a Sierra Cantabria como fondo y una paleta impresionista de color para cada estación. Tan variopinta como los estilos de bodegas - Riscal, Baigorri y El Fabulista, en en la otra página- y como el sabor de sus vinos, desde el de cosechero a las obras de arte de autor. Se equivoca quien piensa que esto del enoturismo consiste en una peregrinación obsesiva a lo largo de calados, barricas, salas de cata, barras y copas. Las rutas del vino, tal como se van dibujando por la geografía de la península, son un cuidadoso diseño de la mejor y más variada oferta turística, seleccionada con rigor y garantizada por controles internos y externos. La Ruta del Vino de Rioja Alavesa está dirigida por una Asociación público-privada cuyo objetivo es la promoción económica de la comarca mediante el desarrollo del enoturismo. Es una unión equilibrada, activa y ejemplar, abierta a la incorporación de nuevos miembros en cualquiera de los sectores: bodegas, museos del vino y centros de interpretación, enotecas y vinotecas, establecimientos hoteleros (incluido turismo rural y agroturismo), tiendas especializadas, bares de vinos, restaurantes, agencias de turismo y empresas de ocio temático. Se sustenta con las cuotas de los socios y el apoyo del Gobierno Vasco y de la Diputación Foral de Álava Los requisitos que han de cumplir son los impuestos por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) y los criterios de la Secretaría de Estado de Turismo, para formar parte de la futura red de Rutas del Vino de España y Rutas del Vino Europeas. Un mosaico multicolor La Rioja Alavesa y sus rutas del vino discurren por una franja de tierra ondulada que, como un calidoscopio, juega a formas y colores a lo largo de las estaciones. Del gris de la piedra al amanecer al magenta del ocaso, del ocre al rojo en otoño, del verde tierno al dorado explosivo cuando la primavera vira a verano. Así es la viña y los suelos entre la ribera del río Ebro y las faldas de Sierra Cantabria o Sierra de Toloño. La comarca desciende en laderas escalonadas y goza de un microclima privilegiado para el cultivo de la vid. Una tradición que se remonta en Álava más allá de la época romana. Las distancias entre villas son moderadas, los caminos amenos, y siempre, en el horizonte, el reclamo de otro campanario presidiendo un pueblo o el más reciente de un faro inesperado, un mirador transparente o una mágica escultura, en fin, la grandiosa arquitectura de las nuevas catedrales: las bodegas. No hay rutas prefijadas, se hace camino al andar, sin prisa, en bicicleta o en coche, pero con los ojos bien abiertos, entre los municipios de Assa, Baños de Ebro, Barriobusto, Cripán, Elciego, Elvillar, Labastida, Labraza, Laguardia, Lanciego, Lapuebla de Labarca, Leza, Moreda de Álava, Navaridas, Oyón, Paganos, Salinillas de Buradón, Samaniego, Villabuena de Álava y Yécora. Estos pueblos, vinculados tradicionalmente a la cultura del vino, conservan el encanto de las villas medievales levantadas entre viñedos, atesoran un vasto patrimonio natural, arqueológico y artístico, y disponen de una infraestructura hotelera y gastronómica de calidad, desde la mesa tradicional a la refinada y novedosa, desde el gran hotel de 4 estrellas como el acogedor Ciudad de Laguardia con su privilegiado ascensor panorámico sobre el viñedo, frente a la montaña, hasta el pionero en esto del enoturismo, el que se construyó restaurando Bodegas Palacio, o a tantas casas rurales confortables y sobradas de encanto. Vino y arte No hay rutas prefijadas pero el buen criterio lleva a empezar por la base, por el conocimiento del vino y su mundo, tal como lo cuenta Raquel o Rubén en Villa Lucía, un centro de interpretación bello, ameno y didáctico. Está al pie de Laguardia, cabeza de la comarca y repleta de atractivos. Maribel o Pilar se encargan de divulgarlos a través de la oficina de Turismo, y ellas mismas pueden mostrar al viajero esa pieza única que es el pórtico de piedra policromada de la catedral de Santa María. O, por estas fechas, recomendar una visita al curioso Belén articulado donde, hasta el primer domingo de febrero, después de misa de 12, se representa paso a paso la historia sagrada. Esa aproximación, tan personal, forma parte del talante amistoso y afable de los vecinos de la Rioja Alavesa, y gracias a eso las visitas a las bodegas son un prodigio de aprendizaje a base de lenguaje común, sabroso anecdotario y, en el fondo, reflejo del amor a la tierra, al vino, a la labor de cada cual. No importa si se trata de una pequeña bodega tradicional, como la del Fabulista (la casa de Samaniego) tal como la enseña Eus, o una evolucionada y perfeccionada con mimo durante tres generaciones, como la Casado Morales que dirigen mano a mano los dos hermanos, Joseba y Javier; o la tecnología personalísima de Fernando Remírez de Ganuza al pie de la torre de Samaniego. O la visita inevitable a las obras maestras de la arquitectura firmada, como el hotel y balneario de vino de Marqués de Riscal, bajo las cintas multicolores de titanio, emblema de Frank Gehry; o las inconfundibles ondas de Ysios que diseñó Calatrava, los muros curvos de Viña Real del arquitecto francés Mazieres, o la grandiosa y al mismo tiempo práctica y discreta obra de Iñaki Azpiazu para Baigorri, que muestra con arrobo Estíbaliz, y que aun antes de la inauguración oficial acaba de recibir el galardón Best Of del Turismo del Vino. Para todos los gustos El encanto y el conocimiento del mundo del vino consiste, aquí en la Rioja Alavesa, precisamente en la diversidad, en comprobar cómo hay formas y medios tan diferentes para llegar al resultado de vinos estupendos que no tienen nada que envidiarse entre ellos. Vinos excelentes, para todos los gustos, que el viajero puede degustar en primicia cada temporada. Ahora, desde noviembre, la reciente vendimia se ha convertido en ese característico vino de maceración carbónica -o de cosechero-. En primavera y verano salen los crianzas y reservas. Pero la sorpresa mayor viene en otoño, en vendimia, con la posibilidad de catar uvas y mostos. Y quien tema el binomio de beber y conducir, cuenta aquí con una empresa que provee tanto de coches con chófer como chófer para el coche propio. Todo está pensado para disfrutar. La Rioja Alavesa es un bodoque de poco más de 300 kilómetros donde el visitante puede sobrevolar o profundizar, segun sus preferencias, en todos los atractivos turísticos: paisaje, historia, arte, gatronomía, fiestas, peculiaridades tradicionales y, por supuesto, el Vino. Con mayúscula y omnipresente: en el paisaje, en el arte, en la historia, en el trabajo y en la fiesta. MÁS INFORMACIÓN Oficinas de Turismo www.laguardia-alava.com. Tel. 945600 845 www.labastida-bastida.org.Tel. 945331 818 www.elciego.com Tel. 945 606 166 Dónde Comer Informacion en folletos y Web (6 asociados) Dónde dormir Informacion en folletos y web (12 asociados) Enotiendas Laguito de Urialde. Mayor, 8 (Labastida) Enoteca Arburi. Pza. Mayor, 1, (Laguardia) Escudo mayor. Pza. Mayor, 6 (Oyón) Vinoteca Landa. Florida, 8 Labastida) Visita imprescindible Centro Temático del Vino Villa Lucía Ctra. de Logroño s/n. Laguardia. Tel.9456000 32. www.villa-lucia.com Información www.rutadelvinoderiojaalavesa.com www.rioja-alavesa.net Asoc. de bodegas: www.riojalavesa.com. Asoc hosteleria: www.euskalia.com Servicios de transporte Déjate llevar por Rioja Alavesa. Tel 653 23 45 60 Gran Turismo Rioja. (Coches y Chóferes). Tel. 609 41 95 99