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Carlo Petrini, presidente internacional de Slow Food, ha presentado su libro «Buono, pulito y giusto» (Bueno, limpio y justo) traducido al español (Ediciones Polifemo). Resume un conjunto de ideas y acciones destinadas a preservar y defender la biodiversidad alimentaria y la cultura gastronómica.
Todavía hay quien piensa en los gastrónomos como en una cuadrilla de tragones egoístas y que suelen pertenecer a la élite de los poderosos. La comida puede y debería ser un placer (al que todos tenemos derecho), pero comer, en palabras de Petrini, es también un acto agrícola: seleccionando alimentos de buena calidad, productos que respeten en sus procesos de producción el medio ambiente y las tradiciones locales, favorecemos la biodiversidad y una agricultura justa y sostenible. Si alimentarse es un acto agrícola, producir debe ser un acto gastronómico, que reúna, al menos los tres requisitos mencionados en el título: bueno, limpio y justo.