- Redacción
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- 2007-11-01 00:00:00
En parte era paripé, en parte era auténtico: Vinexpo, la gran feria profesional del vino de Burdeos, celebrada del 17 al 21 de junio, demostró optimismo. Más que ProWein con su ambiente de trabajo concentrado o que Vinitaly, siempre con algo de barullo, la feria profesional bordelesa es, ante todo, un barómetro del estado de ánimo en el mundillo del vino. Y este año indicaba cielos despejados y buen tiempo. Los salones estaban recién arreglados, había lujosos pabellones ajardinados para los expositores pudientes, opulentos macizos de flores con su telón acústico de pajaritos grabados, restaurantes para sibaritas, fuentes y un puente flotante con alfombra roja sobre un lago antepuesto, todo ello para poner al visitante de humor derrochador. Y todo ello no sin una buena porción de calculada intención. No fue casualidad que las grandes fincas de Burdeos esperaran hasta después de la feria para anunciar sus exorbitantes precios en primeur para la añada 2006. Pero antes, en las tradicionales veladas de Vinexpo, tocaron todos los registros de la elegancia y el lujo. Parecían querer incluir al público por todos los medios en un nuevo boom secreto, aunque el auge, en realidad, no sea más que un “augecito”. Aun así: el letargo de los últimos años se ha disipado, y el mundillo del vino vuelve a moverse. En la feria se han presentado nuevas Denominaciones con garra y marcas colectivas como la AOC Languedoc, Sud de France y Vin de Pays de l’Atlantique. Y el programa de conferencias, con temas como “Packaging para el mercado ruso”, o bien “El mercado del vino en Internet”, claramente más orientado a la comercialización que en los años anteriores. En los stands, llamaba la atención el número de productos innovadores: botellas y etiquetas de diseño, productos ecológicos, vinos con un reducido contenido de alcohol, nuevos embalajes y tamaños de botella. Por primera vez han obtenido su propio foro los accesorios y herramientas del márketing: “Marketers by Vinexpo” en el palacio de congresos, situado en la orilla opuesta del lago. No obstante, la reacción de los expositores y visitantes ha sido más bien contenida. A pesar del puente flotante, el palacio de congresos estaba demasiado lejos de la actividad principal en los pabellones feriales. Muy visible la presencia de visitantes de los nuevos países compradores: 2.100 de los aproximadamente 50.000 profesionales del vino procedían de Asia (la mayoría sobre todo de China, Hong Kong, Corea, India y Singapur), más de 600 de Rusia y Ucrania, y 55 de la Unión de Emiratos Árabes. Los productores de vino europeos tienen grandes esperanzas puestas en ellos. Porque, a pesar de todo el optimismo (oportunista), la crisis aún no ha llegado a su fin.