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La bodega Julián Chivite saca su primer vino Pago de Arínzano. Mejor dicho, sus primeros vinos, porque son tres los que saldrán al mercado, de las añadas 2000, 2001 y 2002. Una cuidada presentación de etiqueta, botella y corcho de gran calidad pone fin a la intensa labor que su enólogo-director, Fernando Chivite, ha realizado en la bodega para que estos tintos sean realmente vinos de pago, para que se distingan con claridad de sus hermanos de la casa Chivite, aunque mantengan un lejano aire de familia. La historia de este pago siempre ha estado presidida por un trabajo exhaustivo, desde la elección de los terrenos a la del viñedo, que consta de 145 hectáreas en toda la finca, de las que solamente 127 entran en la denominación de pago (las otras han sido excluidas voluntariamente por la casa). En colaboración con ADENA han desarrollado un «Proyecto para la conservación de la naturaleza del Señorío de Arínzano» buscando dedicar el máximo respeto al entorno medioambiental. La lujosa y bien pensada bodega, diseñada por Rafael Moneo, culmina toda la serie de cuidados de la materia prima en el campo, algo que Fernando Chivite describe humildemente como la eficaz herramienta de elaboración de sus vinos.