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Gran cata la celebrada el pasado junio en los salones del Hotel Villa Real, en Madrid. Allí se reunieron más de 80 personas entre sumilleres, periodistas... La ocasión sin duda lo merecía. En una cata dirigida por Xavier, Toni y Jauma Gramona se degustaron las añadas 2001 y 2002 de Gramona III Lustros, el último de ellos muy mineral y de marcada frutosidad exótica; y varias añadas de Celler Batlle: 2000, todavía muy joven; 1999; 1998, ejemplo de elegancia en todos los sentidos; 1996, excelente futuro; 1993, que demostró gran potencia en los recuerdos de su crianza. Y, por último, la tan esperada añada 1988, en un buen momento de consumo y con gran fuerza aromática. Durante el acto, en el que se echó por tierra la leyenda urbana sobre la escasa calidad de los cavas españoles, los hermanos Gramona presentaron datos interesantes, como que el tapón de corcho es mejor para cavas que superen los dos años de crianza y que la vejez de la viña no tiene tanta importancia como en los tintos. Es más, hasta podría ser perjudicial.