- Redacción
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- 2009-06-01 00:00:00
Ya amenaza el calor y, aunque ha superado el carácter estacional, es la temprada reina de la cerveza. Bebida universal y eterna que supera cambios y modas, que se perfecciona y se diversifica día a día, desde su más remoto origen, anterior a las pirámides de Egipto, y que en elaboraciones plenas de sabor y carácter es capaz no sólo de refrescar el aperitivo sino de acompañar la mesa. Mesopotamia, Sumeria, Caldea, Asiria compiten como cuna de un trago sin fronteras que es, básicamente, el resultado de la fermentación del grano, trigo, cebada, malta... El hallazgo casual ha de ser más antiguo, prehistórico, el producto de unas espigas desgranadas que quizá recibieron una beneficiosa lluvia y espontáneamente fermentaron hasta producir agüilla espesa y dorada, un punto ácida y refrescante, capaz de alimentar y producir sorprendentes efectos euforizantes. Con ese pasaporte, con su carácter hidratante, fresco, nutritivo y estimulante, se convirtió en la dieta, a veces única, de los esclavos que edificaron en pleno desierto las tumbas de los faraones. Y a juzgar por los resultados, no era mal menú. Como no lo fue en los monasterios centroeuropeos, donde el conocimiento y la técnica de elaboración se refugiaron al caer el Imperio Romano. Esa figura del fraile orondo cervecero ha llegado hasta nuestros días, así como sus recetas, trucos, variantes, peculiaridades... En España sus primeros valedores fueron los godos y mucho más tarde la dinastía de los Austrias, presidida por aquel rey Carlos que fue a la vez de España y de Alemania, de donde importó a la corte, eminentemente vinícola, la moda de la cerveza y sus propios artífices especializados. Estos últimos años ha vuelto por sus fueros. En las más exquisitas ferias de alimentación y en el comercio de todo nivel aparecen nuevos formatos y estilos, desde la natural sin filtrar que deja un regusto ácido de sidra ligera a la oscura de alta fermentación que casi puede cortarse con cuchillo y tenedor. Y por supuesto, muchas Ale, las de tipo Pilsen, tan adaptables a cualquier gusto y momento. La que ha elegido El Corte Inglés para poner su sello Gourmet es una cerveza especial elaborada por Alhambra, una marca histórica nacida en 1925 en Granada, apadrinada por dos experimentados cerveceros, Knörr y Bouvard. Tiene 7º de alcohol, fermentación baja y combina equilibradamente un cuerpo robusto con ligereza de paladar, es decir, plena pero fácil de beber. Tiene un color dorado intenso, aroma limpio, amargor franco y un posgusto con marcado carácter. Una cerveza que, por su graduación alcohólica y características, se acomoda como acompañamiento de muchos platos y menús. El medido amargor que le aporta el lúpulo es capaz de resistir con valor y acierto esas combinaciones donde el vino se resiente, como los espárragos y las alcachofas. Y frente a ahumados fuertes y pescados grasos y contundentes, nada mejor que ese trago potente y limpiador. Incluso para enfrentarse con ensaladas y escabeches donde el vinagre marca su huella y, cómo no, como perfecto bombero frente a los ardores de los picantes francos, como nos enseña México. Pero lo mejor es probar el propio paladar, experimentar junto a la barbacoa del jardín o bajo el sol de la terraza insólitas combinaciones. Así, ¿quién teme al calor?