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El vino y el flamenco tienen mucho en común, pues ambos son la expresión de una idea y un sentimiento elaborado. Pero aún más se asemejan en sus diferencias: tan diversos son los tipos de vino como los palos del flamenco. Y ambos, en su variedad, son un eco de los matices de nuestra alma, como demostró el pasado 21 de junio en el madrileño Nuevo Espacio Escénico Las Tablas la Cata Flamenca “5 vinos para 5 palos”, un proyecto de Antonia Moya y Elba López Oelzer que unió vino y flamenco con los bailes de Antonia Moya, la voz del cantaor Roberto Lorente y la guitarra de Jesús Núñez “Jesuli” como parejas de baile.
Antes de cada palo, Francisco Parejo, el enólogo-catador, presentó cada vino, mientras que el asesor flamenco Miguel Ángel Rodríguez profundizó en la armonía de estos dos placeres para los sentidos.
Para empezar, las Sevillanas, acompañadas por Manzanilla La Gitana (D.O. Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda). Para los Tangos Flamencos, el elegido fue un blanco, Enate Chardonnay Barrica 2006 (D.O. Somontano). Durante las Alegrías, que bailaban con el cava Agustí Torelló Mata Reserva 2006, se vivió uno de los momentos mágicos de la noche, pues las burbujas del cava parecían subir al escenario al compás marcado por el baile del gaditano Jesús Fernández. Siguió el Taranto, un baile más profundo que nace en la zona de Murcia. Por eso el vino elegido fue el tinto Hécula 06 (D.O. Yecla). Y como colofón, el último palo, la Soleá, “un baile solemne, sobrio”, que tuvo como pareja al vino Les Terrasses 2007 Velles Vinye (D.O.Q. Priorat).