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Acabo de cumplir los 68 años. Comencé con esto del periodismo en 1960. Mi primer trabajo se desarrolló en el diario barcelonés (del Movimiento, de quién si no) “Solidaridad Nacional”, el que antes del triunfo “nacional” fuera medio de expresión anarquista “Solidaridad Obrera”. Allí lo aprendí prácticamente todo. Pero, fundamentalmente, un sentido radical de la dignidad que ya no me ha abandonado nunca. Luego empezaron los artículos, el cambio continuo de periódicos: Pueblo, Informaciones, El Ruedo, Marca, Correo de la Radio, Por Qué, La Gaceta Literaria, Posible, Ciudadano, TVE... Los avatares de la vida profesional me llevaron al mundo del vino. Comencé hace 25 años mis “cronocríticas” en El País, escribí libros, pronuncié conferencias y, casi sin darme cuenta, me convertí en un evangelista de la cultura vitivinícola. Finalmente, llevo doce años dirigiendo esta revista, de la que me siento particularmente orgulloso. Digo todo esto porque casi me siento en la obligación de disculparme por mi marcha. Pero creo que me merezco un final de etapa dedicado a lo que siempre ha sido mi verdadera -y frustrada- vocación: la literatura y la música. Si empecé a ejercer de periodista con 19 años, como iluso poeta lo venía haciendo desde los siete. Ahora, por primera vez, me publican mi poemario “Versos sin retorno”, y me siento muy feliz por ello. En el salón de mi casa llevan muchos años aguardando una mayor dedicación mi violín y mi saxo.
En MiVino me sustituye como director Bartolomé Sánchez. Su nombre en el mundo del vino lo dice todo. Si se nota el cambio será a mejor. Os lo aseguro, esto sigue en las mejores manos. Y por muchos años. Salud.