- Redacción
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- 2009-09-01 00:00:00
La fama de Portugal como país vinícola ideal para cazadores de gangas tiene fundamento. A partir de ahora, habría que disponerse a superar el siguiente escollo y lograr que Portugal se establezca como país productor de vinos de categoría mundial. ¿Por qué Portugal tiene tantas dificultades para ser tomado en serio como país productor de grandes vinos secos, es decir, no fortificados? Quizá porque, en primer lugar, el segmento superior está tomado por el vino de Oporto desde hace varios cientos de años, y durante mucho tiempo fueron sus productores los que también hacían vinos secos. En segundo lugar, la historia del vino superior sin fortificar no tiene más de 20 años en Portugal. Y, en tercer lugar, la diferencia de calidad entre los vinos del segmento calidad-precio (entre 10 y 20 euros) y el segmento de lujo (hasta 45 euros) a veces es muy escasa. Para que los tomen en serio como vinos superiores, muchos de los mejores vinos portugueses parecen ser, sencillamente, demasiado baratos. Fieles a su carácter Lo que quizá moleste a los bebedores de etiquetas nos parece bueno y barato a los amantes de vino. ¿Por qué íbamos a quejarnos de que en Portugal se puedan comprar por poco dinero vinos de excelente calidad, de un estilo inconfundible y hechos con una técnica que está al mismo nivel que la de los vinos más caros de Italia, Francia o ultramar? Precisamente hemos querido tener en cuenta este hecho, y en nuestra guía de Portugal, que publicaremos en el próximo número, los resultados estrán ordenados exclusivamente según su calidad. Lo que nos ha llamado la atención especialmente es que la mayoría de los tintos portugueses ha ganado en frutalidad y frescor sin que haya peligrado su personalidad. Exceptuando algún que otro renegado que ha apostado por la internacionalidad sin rostro, cada vez comprobamos más tipicidad. Y no sólo en las regiones DOC más conocidas, sino también en muchas zonas emergentes de vinos de la tierra. Para nuestros paladares habituados a la elegancia francesa y al vigor italiano, los vinos del Alentejo son los más familiares, con su aromática frutal, sus taninos suaves y su insuperable frescor. Los que prefieran taninos y densidad a frutalidad y suavidad encontrarán de su gusto los vinos del Douro y del Dão, y también los de Bairrada. Asimismo, merecen especial mención los vinos de regiones como Ribatejo o Estremadura, tanto por su relación calidad-precio, que sigue siendo interesante, como por el amplio espectro de estilos y la decidida idiosincrasia y personalidad de los vinos. Portugal es conocida como tierra de vinos tintos. Pero uno de sus puntos fuertes es la producción de blancos ligeros y muy agradables con una chispa de aguja, en gran parte reunidos bajo la denominación de vinho verde. Bajo esta denominación sale actualmente al mercado una variopinta paleta de vinos que abarca desde los que contienen muy poco alcohol y algo de azúcar residual hasta los blancos fermentados en barrica. Los más agradables para el verano son precisamente los vinhos verdes singularmente frescos, no demasiado alcohólicos, con ligera aguja y, por qué no, embotellados con una pizca de azúcar residual. Se trata de un estilo de bebida verdaderamente deliciosa, fácil de beber y única, como hoy día es raro encontrar en ningún lugar.