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Tras el caluroso año 2008, los vinicultores australianos han tenido que vérselas con otra ola de calor aún más devastadora (hasta 45º C) a principios de la vendimia, en febrero. Los incendios forestales, que provocaron en Victoria más de 200 víctimas mortales, asolaron en Yarra Valley alrededor de un cinco por ciento de la superficie de viña, y afectaron –entre otras– a la conocida finca De Bortoli. Todavía no está claro qué cantidad de vino no podrá comercializarse debido a la contaminación por humo de las uvas. El descenso de las reservas de agua en muchas regiones, además, ha hecho necesario un racionamiento riguroso. Así, los vinicultores en Barossa Valley sólo han podido extraer un escaso 15 por ciento de su derecho al suministro de agua. La finca Lanz Thomson, por ejemplo, ha tenido que comprar en 2008-2009 alrededor de 15 millones de litros adicionales de agua en el mercado libre para regar sus 16 hectáreas de viñedos. Con ello se duplican los gastos de agua, que normalmente alcanzan los 6.600 dólares australianos. Para suavizar la problemática del agua, en ese país se está planificando crear grandes desaladoras de agua del mar.