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Los ordenadores actuales no son lo bastante completos para los fanáticos del vino, pues no pueden reproducir ni el olor ni el sabor. ¿O sí? El fabricante escocés de whisky de malta Glenmorangie demuestra que es posible. En su web, www.glenmorangie.com, nos vemos envueltos en un caleidoscopio de olores y sabores que recuerda a esos tubos de juguete en los que, sacudiéndolos, se podían ver combinaciones siempre nuevas de reflejos de cristales de colores. “My Kaleidoscope” seduce en ocho familias sensoriales, cada una de ellas compuesta a su vez por cinco iconos. Por la pantalla se deslizan sensualmente hojas de menta, gotas de lluvia, terciopelo violeta, almendras, puros cubanos, limas o bombones negros. Luego se puede valorar en una escala el nivel de intensidad en que se reflejan esas fragancias y sabores en el whisky. Al terminar la valoración, aparece como por arte de magia el propio caleidoscopio personalizado para Glenmorangie. En cuanto a la representación de sabor y aroma, el mundo del vino aún tiene cosas que aprender de los destiladores de whisky...