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En el recuerdo de todos está ese viaje que emprenden dos amigos por tierras californianas, de bodega en bodega. Entre Copas consiguió disparar las ventas de Pinot Noir en Estados Unidos y, aún más, fue la responsable de que en un país como España la gente conociera este tipo de uva. Hay decenas de diálogos que merecen la pena en este filme pero uno de ellos es el momento en el que uno de los protagonistas, Paul Giamatti, intenta seducir a Virginia Madsen con sus conocimientos enológicos sobre la Pinot Noir. De su verborrea enológica extraemos esta frase: “La uva Pinot Noir casta procedente de Borgoña, exige tanta atención por parte de los viticultores que resulta extremadamente difícil conseguir el sabor justo del vino”.
La seducción y el vino son indisolubles. Al menos en otra película como The Girl, la historia de cómo Alfred Hitchcock crea su película Los pájaros y cómo descubre a la actriz de la que se enamoraría y trabajaría en sus siguientes películas, Tippi Hedren. En uno de los primeros encuentros que tienen el director y la actriz, Hitchcock le ofrece a ella una copa de vino de Pinot Noir y le dice así: “Es una de las uvas más frágiles y delicadas. La llaman la uva de la angustia. Porque su piel es tan fina que hay que cuidarla mucho para que no contraiga ninguna enfermedad. Es verdad que los viticultores hacen de la podredumbre, de la enfermedad, un arte. Por eso creo que el cultivo de la Pinot Noir se asemeja un poco a la creación de una película: en ambos casos se vive en una angustia continuada”.
No es la primera vez que el vino tiene un papel protagonista en el cine, varias han sido las películas que se han rendido a los encantos de Baco para crear la columna vertebral de sus tramas. Tal es el caso de Guerra de vinos (Randall Miller, 2008), Mondovino (Jonathan Nossiter, 2004), Le Beaujolais nouveau est arrivé (Jean-Luc Voulfow, 1976) o Un paseo por las nubes (Alfonso Aráu, 1995), entre otras.