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El pasado mes, MiVino tuvo la suerte de viajar al corazón del Empordà gerundense para conocer de cerca el corcho, ese elemento clave que garantiza la calidad del vino al transformarse en tapón, fiel guardián de nuestros vinos mientras se mantienen vivos en sus botellas.
Recorrimos la ejemplar finca de Fitor, seleccionada por la Unión Europea como ejemplo de conservación del Patrimonio Natural Comunitario y con certificación de gestión forestal sostenible, donde asistimos al espectáculo de la saca de corcho de los alcornoques que, poco después, se convertirán en tapones de vinos y espumosos en las fábricas, algunas de ellas modélicas como la de Manuel Serra en Cassà de la Selva. En esta empresa de tradición familiar observamos la rebanación de las planchas de corcho cortadas acorde con la longitud deseada antes de llegar al lavado para desinfectar y eliminar impurezas y pasar a la selección de los tapones que incorpora tanto las más avanzadas técnicas como la intervención humana en la que operarios especializados seleccionan manualmente solo los tapones más perfectos.
Todo ello y mucho más, en realidad todo lo relacionado con el corcho y el tapón de corcho puede aprenderse de forma tan didáctica como apasionante en el fascinante Institut Català del Suro de Palafrugell, visita ineludible para todos aquellos que quieran entender como la mágica piel del alcornoque llega a convertirse en un gran aliado del vino.