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Hace seis años que la bodega Arrayán ensaya nuevos recursos. Para ello se puso en contacto con el IVICAM (Centro de Investigación de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha) y se acogió a un programa de recuperación de antiguos viñedos, los que más se podían adaptar a su terreno o a sus condiciones climatológicas. Y en una parcela de Merlot se injertaron algunas cepas que en Castilla-La Mancha aconsejaban, como varias garnachas, la Peluda, la Blanca o la Gris, además de la Moravia o una muy desconocida a la que llaman Mizancho, de la que apenas quedaban unos pocos ejemplares. Después se llegó a una colaboración con la Universidad Politécnica de Madrid, de la que Pilar Baeza lleva el estudio. Y por fin este año se han presentado con resultados realmente espectaculares. Más información: www.arrayan.es