- Redacción
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- 2004-11-01 00:00:00
Dos elementos imperceptibles a simple vista, aunque claves, influyen necesariamente en este vino. El magnetismo natural que ejerce el Priorat sobre aquel que lo visita y lo habita, y el mundo oculto de los microorganismos. Resulta que a Dirk Hoet, recién terminada la carrera de veterinario en Bruselas, requirieron sus servicios los agricultores de una comarca cercana, porque una extraña enfermedad diezmaba sus ganados. Las ovejas ejercían de cortacésped, las echaban a pacer en los campos plagados de manzanos para tener controlada la hierba que crecía a los pies de los frutales. El sistema era eficaz, pero además los animalitos comían las manzanas caídas de los árboles, lo que les provocaba una terrible hinchazón del vientre. Su dictamen sobre la causa de la enfermedad de las ovejas hizo que los campesinos retiraran las manzanas antes de que entraran a pastar los animales. Aquellas manzanas no tenían suficiente buena presencia para venderlas, y eran desechadas directamente al vertedero, lo que a Dirk le suponía una desazón. Y tras investigar lo que se podría hacer con aquella fruta bien madura llegó a la conclusión de que se podría hacer un “vino de manzanas”, o sidra. Llegó a elaborar unos mil litros, pero lo bueno es que hubo de indagar y meterse en el mundo fantástico de las fermentaciones. Después, el amor lo encaminó hacia tierras más mediterráneas, hacia el sur de Francia, y fue el primer contacto con el mundo del vino (en cuanto a elaboraciones, se entiende), posteriormente se fue a Italia, donde profundizó en sus investigaciones. Una vez en España, ya estaba resuelto a hacerse viticultor y bodeguero. En el Priorat, el magnetismo comienza a hacer mella, porque cuando Dirk llegó a la comarca tarraconense inmediatamente se sintió atado a ella. Compró una masía y las tierras que la circundaban, plantó las variedades que le gustaban y comenzó a elaborar vino con los frutos de viejísimas viñas prefiloxéricas en terrenos pizarrosos que encontró en Poboleda, de donde sale este vino, una joya que puede considerarse pura esencia de uvas, pues las vides no dan más que unos 250 gramos por cepa. Las variedades Garnacha y Carinyena soportan la mayor responsabilidad; un poco de un Cabernet de más de veinte años y algo de Sirah completan y justifican la terna de este vino exquisito. Se elaboró en barricas abiertas por un lado, y después cerradas para poder albergar el mismo vino. Lo que resalta son sus recuerdos minerales de carácter pizarroso, mermelada de casís, buena madera, plena de especias y sutil. Hasta aquí la buena nueva. La mala noticia es que tan solo 1.000 botellas del Nunci verán la luz este año, mil ocasiones para comprobar y reafirmar que el Priorat posee un magnetismo inexplicable. Nunci Costero 2002 Celler Mas de Les Pereres Poboleda (Tarragona) Tel. 977 82 72 91 Precio: 37 E