- Redacción
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- 2010-04-01 00:00:00
Cuenta la tradición que el vino de la Ribeira Sacra deleitó en muchas ocasiones a los privilegiados comensales en la mesa de los césares. Pero si por casualidad la historia hubiese cometido el gravísimo error de que ese hecho solo fuera una fábula, mito o quimera habría que reinventarla de nuevo. Porque si aquellos esforzados y eruditos romanos eran capaces de trasladar a la metrópoli enormes monolitos desde distancias imposibles, dejar como irrecuperables eriales formidables montañas en busca de oro, mover masas ingentes de esclavos de una parte del mundo conocido a la opuesta... si, en fin, eran capaces de confeccionar platos en los que el ingrediente principal podría ser la lengua de minúsculos pajarillos, con más razón aquellos sapientísimos paladares, cuya dedicación más trascendente y añorada era gozar de los mejores y más exóticos manjares, por fuerza deberían haber degustado con placer la tinta esencia de estos viñedos imposibles, que se asoman a los cañones que forma el Sil con la temeridad de los héroes. Ayer, como hoy, el vino cuenta la historia bastante cabal del terruño de donde procede. Y bien es verdad que en muchos aspectos las tierras de Amandi no han variado mucho desde pasadas épocas. Los pizarrosos y estrechos socalcos que sostienen las cepas de Mencía, pueden ser la continuidad de los que se construyeron hace más de dos mil años. Las minúsculas parcelas son trabajadas dentro de la tradición familiar, cada familia hace su vino, y éste constituye su máximo orgullo. Valga como ejemplo más preciso este Priscillus, de nombre latino, elaborado por Suso Verao, profesor de instituto, junto a su hermano Manuel, y su amigo José Manuel Castroseiros. Entre todos mantienen un precioso viñedo que mira y admira el románico puro del monasterio de Santa Cristina. As Lobeiras y Os Groís, que así se llaman las pequeñas propiedades, no llegan a las dos hectáreas, de las que salen casi 4.000 botellas de un vino donde la variedad Mencía, junto a la Merenzao y algo de Brancellao, dan vida a un vino diferente, mineral, de frutosidad intensa y delicadas notas florales, de paladar fresco y gratificante, de acusada fragancia final, y, sobre todo, de enorme personalidad. La distribución, prácticamente local, de este “Summum” (categoría más alta de la Denominación de Origen) hace que su localización sea difícil. Priscillus 2009 D.O. Ribeira Sacra Adega Lobeiras C.B. Tel. 620 516 995 Precio: 8,20 E.