- Redacción
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- 2007-09-01 00:00:00
El Marco de Jerez es como la isla del tesoro. Cada bodega, cada rincón o, si me apuran, cada bota, es sitio propicio para descubrir un cofre repleto de misteriosos, magníficos, inigualables vinos. Solo hay que fijarse con atención para que surja la sorpresa. Y es lo que vienen haciendo desde hace un par de años unos cuantos apasionados, conocedores a fondo de estos generosos. Ellos dominan como pocos los secretos que encierran estas bodegas, y han constituido una especie de club que busca, halla, adquiere y, después, entre todos se reparten el “botín”. La fórmula comenzó en el 2005 cuando el grupo compró una bota de amontillado de la que salieron poco más de 600 botellas. Se le puso el nombre de Navazos en honor del grupo. Aquel amontillado entusiasmó, y después, animados por el éxito, siguieron algunos más. Un Pedro Ximénez de Montilla suculento, un fino profundo, una recóndita manzanilla… siempre una bota o, en cualquier caso, cantidades muy pequeñas. La iniciativa llegó a oídos de comerciantes dinámicos que también buscan la originalidad, como Quim Vila (Vila Vinoteca), Alberto Fernández (Asturianos), o Coalla Gourmet, y se interesaron inmediatamente por las andanzas de estos entusiastas, expertos en vinos tan sumamente difíciles de entender. Como es lógico ellos también entraron a formar parte del grupo -unas cuarenta personas ya-, pero para distribuir en sus negocios las botellas que les asignaran. La agrupación sigue sus investigaciones, atentos a todo lo que se mueve en el intrincado mundo del generoso. Cuando se enteraron de que las soleras de M. Gil Luque, base de los magníficos vinos “De Bandera” se vendían, se presentaron en la bodega Viña del Telégrafo, en el pago del Carrascal, y allí, sobre la marcha, eligieron un palo cortado de la bota llamada “bota punta”, la que contenía el vino más viejo de las siete que componían la solera. Proceden estos tesoros vivos de las soleras que criaba Fernando Carrasco Sagastizábal, casa famosa de la que hoy solo queda la memoria en los grandes aficionados. Una sola bota de aquel magnífico, excepcional palo cortado que tan solo dió para 300 medias botellas. Tesoro verdaderamente único e irrepetible en el sentido estricto de la palabra, porque a continuación de aquel embotellado las demás botas fueron vendidas al grupo Estévez y trasladados sus vinos. Es posiblemente el vino más difícil de entender, nariz de amontillado, cuerpo de oloroso y miles de sensaciones en los sentidos que ayudan a meditar. De lo que no habrá que cavilar, reflexionar o dudar es de echarle el guante a uno de estos ejemplares, si el buen Dios lo pone al alcance de nuestra mano. Bota Punta Palo Cortado Equipo Navazos Tel. 696 46 76 68 coalla@coallagourmet.com www.vilavinoteca.es Precio 60 €