- Redacción
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- 2006-10-01 00:00:00
Toledo es historia viva, pero también inevitablemente pasado, fábula o misterio. En sus calles, callejas y plazas, el tiempo detenido nos lleva por cientos de rincones casi desconocidos donde el viajero da rienda suelta a su fantasía y, cámara en ristre, desea inmortalizar lo que se ve y quizás lo imaginado. Hay, sin embargo, otra Toledo monumental menos conocida que muestra su esplendor desde una prudente lejanía. Desde las afueras, en los montes que la circundan, donde el ambiente huele a jara, lavanda, tomillo o romero, y donde, en el buen tiempo, miles de cigarras entonan su canción interminable y monótona. Abunda en aquellas empinadas cuestas la casa de campo que los toledanos dieron en llamar “cigarral” por razones obvias. La ciudad, vista desde esos privilegiados miradores, muestra una estampa mágica, verdaderamente armoniosa, evocadora de alguna de las “ciudades invisibles” que nos recreara con gran maestría el admirado Italo Calvino. Una de las fincas, el Cigarral de Santa María, pertenece a Adolfo Muñoz, cocinero famoso, cuyo restaurante, Casa Adolfo, ha sido y sigue siendo el máximo exponente de la restauración toledana. Pero su mente inquieta e imaginativa no le deja ocuparse sólo de ese sacrificado oficio, también le conduce a su otra pasión: la cultura del vino. Y en su preciosa finca ha recreado una viña-jardín donde su hijo Javier juega a la búsqueda del vino exclusivo, de ese elaborado a base de paciencia, dedicación y tiempo. Unos cuantos líneos disputan el espacio de la ladera a plantas aromáticas, pinos o carrascas. La bodega, ubicada en los bajos del llamativo caserón, bien puede llamarse “de coleccionista”. Todo es “mini” en aquel lagar. Los depósitos, la prensa, la mesa de selección o la embotelladora. Únicamente las soberbias barricas de roble francés aparecen a su tamaño normal. Las variedades, Cabernet, Tempranillo, Syrah o Merlot, son fermentadas por separado, y alguna de ellas no llega a proporcionar ni 600 kilos de uvas. Sus vinos son un ejemplo de artesanía y dedicación hasta el mínimo detalle, pero este Merlot supera a todos en personalidad y armonía. De la cosecha 2004 solo hay 445 botellas y 69 magnum. La exigua cantidad ya supone en sí misma un problema, pero, además, y por si fuera poco, estos vinos han sido descubiertos por grandes críticos extranjeros que los han colmado de halagos, cosa que agravará el problema de la escasez a corto plazo. Cierto es que su calidad recompensa el esfuerzo de su búsqueda con creces. Que haya suerte. Pago del Ama Merlot 2004 Magnum Viñedos Cigarral de Santa María Cerro del Emperador, s/n. 45001 Toledo Tel. 925 252 991 Precio: 95 €euros el magnum (botella de 3/4: 45 euros)