- Redacción
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- 2002-06-01 00:00:00
Hemos logrado reunir cerca de 80 tintos de los denominados de alta expresión, que proporcionan una buena muestra de lo que ofrece la España moderna. Entre ellos figuran vinos de las zonas clásicas más conocidas, pero también de nuevas zonas en alza. Como en otras ocasiones, no nos preocupaba tanto el ser exhaustivos como el ser representativos. El resultado no sólo es bueno, sino sensacional. En primer lugar, porque entre los cuatro catadores –procedentes de distintas culturas gustativas, y que en situaciones similares anteriores habían discutido a menudo acaloradamente sobre lo que debería ser el futuro del vino español- se dio un consenso muy significativo en la calificación de los vinos seleccionados. Salvo dos o tres excepciones, las valoraciones nunca difirieron en más de un punto. En muchos casos existió incluso una coincidencia exacta entre Carlos Delgado, Bartolomé Sánchez, Javier Pulido y Rolf Bichsel. Cierto es que, en algún caso, la puntuación de esta cata difiere de otras anteriores. Ello se debe a que el panel de cata para esta ocasión, dirigido por Rolf Bischel, puede considerarse excepcional, por sus gustos diferentes. Vamos en este número con la segunda parte de la cata de los Burdeos de 1999. Desde 1996, la que fuera la más problemática de las denominaciones del Médoc no ha dejado de mejorar, y hoy día supera a todas las demás. Margaux y Pomerol son las mejores denominaciones de la cosecha de 1999; en cuanto a tipicidad y homogeneidad, Margaux ocupa incluso el primer puesto, algo más que satisfactorio. También son satisfactorios los resultados de los Crus bourgeois en general, y en particular los de los vinos de la denominación Médoc, a menudo despreciados. Quienes busquen vinos muy bien hechos con el típico carácter de Burdeos-Médoc, que combinen casta y elegancia y no cuesten una fortuna, tendrán muchos donde elegir. El salto experimentado por la viticultura chilena, en su busca de una mayor calidad, sin la antigua obsesión por las altas producciones, tiene su mejor reflejo en los Late Harvest (Vendimia Tardía), que, al decir de la propia crítica especializada chilena, han logrado niveles muy estimables y generalizados de concentración, mayor complejidad aromática, y un mejor balance del azúcar con la acidez, que resulta vital en los vinos dulces. Lo que hasta hace unos años no dejaba de ser una curiosidad se esta convirtiendo en una esperanzadora realidad, con un inmenso porvenir por delante.