- Redacción
- •
- 2001-10-01 00:00:00
Resulta al menos curioso que el cava rosado sea un absoluto desconocido para el consumidor medio. En un país como este, donde empezamos a descubrir las excelencias del espumoso para regar toda una comida, desde los aperitivos hasta el último plato salado, el rosado, por sus características, representa una opción ideal. Hemos catado prácticamente todos los cavas rosados que se elaboran en España, y hemos descubierto que por fin en el mundo de este espumoso también se producen cambios.
El nuevo Cigales llega avalado por el buen hacer de las más destacadas bodegas tradicionales en la comarca, empeñadas en poner sus vinos al día. Además, empresas llegadas de otras denominaciones de máximo prestigio -Ribera del Duero o Rioja-, se han afincado en esa tierra, atraídas por su enorme potencial, además del clima o la tierra, proporcionadas por la extraordinaria materia prima. Y donde nunca se habían elaborado vinos tintos en serio, destacan los buenos productos de ese tipo que han conseguido algunas bodegas.
Los burdeos del 2000 son magníficos, y además de corte clásico. «La vuelta al terruño», titulábamos hace sólo un año en estas páginas. Ese titular sigue siendo válido. En esta ocasión hemos podido degustar un número aún mayor de vinos que permanecen fieles a su estilo personal y al de su zona correspondiente. Los châteaux que apuestan por vinos tecnológicos sobreconcentrados y sobremaderizados están perdiendo su hegemonía de forma lenta pero segura. Por supuesto, la naturaleza ha ayudado mucho a este cambio de estilo que ya se había percibido en 1999. Gracias a una meteorología extraordinaria, los niveles de producción fueron menores de lo esperado casi por doquier, de forma puramente natural y puede que en parte ni siquiera deseada.
Todos hablan del terruño, pero ¿puede reconocerse por el sabor? Si se eliminan todos los demás factores (variedad de uva, añada, etc.), debería ser posible percibir al menos el tipo de suelo. ¿O acaso hoy en día todo se iguala gracias a los esfuerzos de los enólogos y las posibilidades de la moderna tecnología de vinificación? Un experimento con Riesling procedentes de cinco formaciones geológicas típicas arrojó resultados interesantes.
Sorprendentemente, en el caso de los Brunello,no fueron tanto los Riserva de la excelente añada 1995 como algunos representantes del más modesto 96 los que en la cata ciega confesaron su identidad sin circunloquios y mostraron en la copa esa profundidad frutal y elegancia propia de los mejores vinos toscanos.