- Ana Lorente
- •
- 2010-12-01 00:00:00
Tenemos fama de no dar calificaciones altas sin ton ni son. Por convicción, siempre hemos evitado inflar las puntuaciones, pues para sensacionalismos ya está la prensa amarilla. 20 puntos, en el código de cata de VINUM, significa “inigualable”. Es decir, imposible, en realidad. Aun así, en algunas raras ocasiones, nuestros catadores se han dejado arrebatar de tal modo por un vino, que le han otorgado la máxima puntuación. Arrebatado. Arrebatador. Ésas son las palabras adecuadas. Porque por muy técnicamente perfecto que sea un vino, sólo llega a ser único cuando suscita emociones, cuando inspira, inicia, ilumina, fascina, seduce, embriaga, cuando por un momento nos hace ver el mundo de otra manera... arrebatados. Con el fin de desenterrar para ustedes estas experiencias singulares, hemos estado revolviendo entre empolvadas pilas de viejas revistas, hemos comprobado puntuaciones, hemos contado estrellas y uvas (ambas fueron durante un tiempo el símbolo del código de valoración, según el cual cinco de cinco era lo máximo, pero en las calificaciones por puntos, sólo corresponderían a unos “18 a 20”). Al final, nos quedaron 20 vinos, todos ellos franceses. Algo que nos pareció un tanto ingrato, y por ello preguntamos además a nuestros catadores más expertos: Retrospectivamente, ¿qué vinos habrían merecido 20 puntos? Porque también puede ocurrir que algunas joyas se revelen como tales sólo al cabo del tiempo, o bien únicamente a los sibaritas más entendidos. El vino, al fin y al cabo, no es una verdad absoluta: el vino se transforma en la botella, en la copa y en nuestro recuerdo. Todo fluye. En las páginas siguientes encontrarán nuestros recuerdos y pensamientos, en muchos casos también nuestras notas de cata actuales referidas a los mejores de los últimos 30 años. No siempre ha sido fácil conseguir la botella correspondiente. Rolf Bichsel tuvo que rogar y suplicar en un château bordelés hasta que por fin le abrieron la añada deseada; Rudi Knoll atravesó toda Alemania y toda Austria para bajar directamente a las cavas del tesoro con los vinicultores, y todos los visitados sacrificaron sin pestañear superbotellas de su bodega personal. Aquí está el resultado: ¡disfrútenlo!u0008Britta Wiegelmann Los vinos de 20 puntos Coincidencia exacta: 20 vinos han conseguido 20 puntos desde la fundación de VINUM. Burdeos VINUM 77 Château Ausone 2009 Saint-Emilion Los vinos jóvenes son como libros escritos en un idioma que se acaba de aprender. Hay que traducirlos, a veces palabra por palabra. Si se miraran con lupa los Ausone de los últimos diez años, más de uno alcanzaría hoy los 20 puntos, por ejemplo las añadas 1998, 2000 o 2008. Pero ninguno tan impresionante (ni tan caro) como el de 2009, siendo aún un vino joven. Meses después de la cata aún lo sentía en el paladar: lo que lo hace tan singular es esa sensación de tener en la boca una esencia muy valiosa, puro terruño escurrido en la copa. (rbb) VINUM 77 Château Pétrus 1998 y 2009 Pomerol Los vinos más grandes del mundo tampoco son monumentos estáticos, pues oscilan arriba y abajo en el baremo de calificación. Pero algunas veces también se modifica el baremo. Es decir: Pétrus no ha cambiado en los últimos diez años. Simplemente se ha adaptado, suave pero constantemente, a la evolución general, al espíritu de la época. Durante dos o tres décadas fue claramente el dominante, pero en los años ochenta y noventa lo alcanzaron sus competidores. Hoy vuelve a sacarles una cabeza a todos los demás. 1998 es el año que anunció esta evolución, que culmina en la genial añada de 2009. Por una parte, posee ese conocido estilo contenido y equilibrado que lo caracteriza y aún resulta cerrado, de modo que bajo ningún concepto se debería sacrificar una botella (hay añadas más jóvenes como 2003 o 2007, que son más accesibles y alcanzan antes su momento óptimo para beber); por otra parte, ya se intuye esa nueva sensualidad y plenitud que desarrollará progresivamente en las siguientes añadas, ese estilo ya casi borgoñón de equilibrio perfecto entre frescor, mineralidad y plenitud, como el que expresa el 2009. (rbb) VINUM 77 Château Haut-Brion 2009 Pessac-Léognan Lo que es válido para Ausone también puede decirse de Haut-Brion. En este caso, además, los 20 puntos honran la regularidad casi increíble de esta finca que año tras año hace vinos merecedores de la nota máxima. Si Margaux, Lafite o Latour representan respectivamente estilos muy determinados, Haut-Brion es su quintaesencia. Este hecho encuentra su máxima expresión hasta la fecha en la añada de 2009. Pero con sinceridad, los 20 puntos (por mí, que sean 19,9) también los merecen cosechas como 2008, 2006, 2004 o 2000. (rbb) VINUM 61 y VINUM 67 Château Laville Haut-Brion 2006 y 2007 Pessac-Léognan En los grandes años para la Sémillon, Laville Haut-Brion, actualmente rebautizado La Mission-Haut-Brion Blanc, es sencillamente uno de los vinos blancos más grandes del mundo. Lo cual es especialmente cierto para la mezclada pareja 2006 y 2007, aunque ambos vinos en estos momentos sean casi imbebibles y, considerando su extremada rareza y su elevado precio, bajo ningún concepto se deberían abrir todavía. Los grandes Laville tienen que madurar al menos 10, 15, o mejor 20 años, a diferencia del Haut-Brion blanco, que ya resulta sabroso tras seis u ocho años. (rbb) VINUM 48 y VINUM 59 Château Margaux 2003 y 2005 Margaux A diferencia de todos esos vinicultores aficionados que, preguntados sobre qué vino se llevarían a una isla desierta, contestan triunfantes “una cepa”, yo cargaría en el barco mi bodega completa, en la que los vinos de Margaux ocupan un lugar muy especial. ¿Por qué he otorgado la nota máxima a esta finca precisamente en las dos añadas que menos me gustan de entre las últimas? Porque justo en estos dos años, en los que han surgido vinos exóticos, Margaux ha sabido conservar sus proporciones y ha hecho lo mejor posible con sus condiciones. A título personal, aunque aprecio más las cosechas de 2004, 2006 o 2008, objetivamente no hay en el año tropical de 2003 ningún vino mejor que Château Margaux, que ya en primeur era de una apabullante sensualidad y no ha perdido esta cualidad, a pesar de que en estos momentos califique como algo más cerrado de lo que entonces suponía y su evolución se desarrolle más despacio, lo cual no hace más que hablar en su favor. Lo que no me gusta de muchos 2005 (una especie de hermano menor de 2003, a su manera ciertamente una gran añada en Burdeos para los amantes de vinos amplios y de hechuras firmes sobre la base de Cabernet y Merlot, como los que se producen también en otras partes del mundo) es esa dureza en el final, ese deje rústico. En Margaux han sabido evitar ambas cosas. (rbb) VINUM 3 Y VINUM 57 Château d’Yquem 1955 y 2007 Sauternes Al 2007 citado arriba yo añadiría el de 2008 que, aunque no tan denso y vigoroso, es de una precisión y finura absolutamente sobrecogedoras. Especialmente en Yquem, y en Sauternes en general, en los últimos años se han producido vinos de una calidad y un estilo únicos en el mundo. Entre ellos, el mejor hasta la fecha es el de 2007. Pero este vino también hay que dejarlo reposar, aunque los vinos de Sauternes de estos últimos años prácticamente se pueden beber desde el mismísimo primer día de vida, igual que los grandes vinos de Champagne. Por otra parte, pueden madurar eternamente para desarrollar entonces la complejidad propia, por ejemplo, de la gran cosecha de 1955, al que sitúo incluso por encima de la legendaria añada de 1937. ¡Bienaventurado aquel que posea una botella! (rbb) VINUM 35 La Conseillante 2000 Pomerol El comentario en primeur (“Seductora aromática de humo; intenso y lleno en boca, denso e interminable, fruta perfectamente madura, taninos pulidos: uno de los vinos del milenio. Con la fuerza del Pomerol y el frescor frutal del Borgoña. Un vino tinto no puede ser mejor.”) casi parece lacónico, comparado con lo hoy que tengo en la copa, casi diez años después. Porque el Conseillante del año 2000 realmente es de lo más excepcional que se puede encontrar en Burdeos. La aromática aún resulta algo cerrada –algo que no deja de ser normal, por eso yo dejaría madurar las mejores cosechas de 2000 al menos diez años más– y precisa el decantador para desarrollarse. Después, el buqué es de un fino especiado cincelado con un recuerdo de hierbas aromáticas y flores. Pero lo que impresiona hoy más que en primeur es la pura elegancia de este vino, la increíble calidad de los taninos, tremendamente aterciopelados y finos. Son redondos pero revelan potencial, también por su decidida vivacidad. El vino posee carnosidad y plenitud, pero su auténtico punto fuerte es su frescor. Si consideramos la nota que recibió en primeur, hoy merecería 25 puntos, ¿y quizá 30 para el próximo aniversario? (rbb) VINUM 21 Château Climens 1997 Sauternes Inexplicablemente, esta añada faltaba en mi bodega, por ello tuve que pedirle una muestra a Marcherin Bérénice Lurton, que primero se resistió y propuso otras añadas, para luego confesar, con la desesperación de una madre amantísima cuyo hijo adolescente acaba de romper un cristal, que ese vino en estos momentos se halla en una fase especialmente ingrata. ¿Fase ingrata? Hace diez años había determinado su momento óptimo para 2020 hasta 2050. Su terquedad sigue un sistema propio. El color es de oro en maduración, sin el más mínimo matiz de rojo, es decir, aún muy juvenil. La aromática es increíblemente compleja, aún reservada, con discretas notas de una botritis impecable, camomila y frutas secadas (albaricoque y almendra). La fase terca se percibe sobre todo en boca. El vino se presenta tremendamente bien estructurado en el paladar, el abocado está bien manejado y sin excesos, el largo final marcado por una noble nota amarga. 1997 es la primera de una serie de añadas excelentes en Sauternes, que han sucedido a bastantes cosechas mediocres. Por lo tanto, los aficionados al vino dulce harán bien en guardar bajo llave al menos durante una década este vino tan lleno de carácter. En su fase actual, quizá sólo habría merecido 18 o 19 puntos; dentro de diez años, alcanzará los 20 sin duda alguna. (rbb) VINUM INTERNACIONAL, junio 1987 Cos d’Estournel 1986 Saint-Estèphe Las notas de cata en primeur de las cuatro añadas del 86 de Burdeos no son mías, pues entonces yo todavía no había nacido como periodista, y quizá no les hubiera otorgado a todos la nota máxima. Este Cos, que he catado varias veces en los últimos veinte años, durante mucho tiempo fue el más cerrado y anguloso de todos. Un estilo que ha conservado hasta ahora. Los taninos de la muestra entregada por la finca se parecen a los de Latour en cuanto a intensidad, aunque resultan algo menos amplios, pero en cambio con más casta. La nariz es la de un Saint-Estèphe de esa época: al principio un deje de aromas animales, después balsámico, con notas de tabaco y casis. Yo sugeriría dejar madurar este vino otros diez años. Aunque estemos muy lejos de la precisión de los vinos de hoy, compensa la elegancia que le falta con vigor y carácter. Es un gran vino. (rbb) Los vinos de 20 puntos VINUM INTERNACIONAL, junio 1987 Château Pichon Comtesse de Lalande 1986 Pauillac De las tres añadas de 1986 que han conseguido 20 puntos, actualmente es la mejor. La muestra de hoy tiene una aromática absolutamente impactante, más cerca de Latour que de Cos, pero aún más seductora, con delicadas notas asombrosamente puras de especias, tabaco, frutillos frescos, un mínimo deje de cuero noble y madera de cedro; los taninos son firmes y llenos, pero más redondos que los de sus dos competidores, el conjunto no sólo indica vigor, sino también perfecta armonía. Conozco muchos Pichon-Lalande magníficos, pero ninguno con una clase tan especial. Se encuentra en su momento óptimo y merece plenamente los 20 puntos. (rbb) VINUM INTERNACIONAL, junio 1987 Château Latour 1986 Pauillac Esta cosecha de 1986 apenas ha sufrido merma en su estilo mayestático. El color se ha mantenido asombrosamente juvenil, la aromática discreta, compleja, balsámica, pero sin el regusto del tono añejo que posee el Cos de 1986, más bien al contrario, con componentes frutales y florales, y un deje de sotobosque. En el paladar no es lleno sino con casta y sustancia, y con los taninos perceptibles y pedregosos característicos de Latour. Entiendo perfectamente la nota de cata de entonces, aunque desde el punto de vista actual yo no compararía este vino con el de 1982, sino más bien con las añadas de 1988 o 1966. El Latour más grande que conozco es el de 1990, que incluso podría superar al de 1970. Ya maduro, incluso un poco más maduro que el de 1986, que yo preferiría guardar unos años más (aunque ya es tarde, porque era mi última botella...), se presenta mayestático y concentrado, a la par que posee casta y elegancia. Quien haya comprado suficiente cantidad verdaderamente puede darse por satisfecho. Esta obra maestra se podía adquirir antaño por un precio irrisorio… (rbb) Champagne VINUM 35 Y VINUM 39 Champagne Krug 1988 Si me preguntan cuál es el mejor vino de la historia (una pregunta imposible de contestar porque no existe tal vino, como tampoco existe la mujer más bella ni el mejor libro. En realidad la pregunta se refiere al vino de las máximas emociones), suelo dar la respuesta como un cañonazo: Krug 1988. El encuentro con este vino fue como el primer beso clandestino, inseguro y tenue sobre la mejilla: sobrecogedor, delicado, lleno de sensualidad, impregnado de la intuición de que aún puede haber algo mejor. Desde entonces, una y otra vez he disfrutado de este vino, y cada vez con mayor deleite. ¿Por qué es tan único? Nos enseña lo que significa armonía, equilibrio, profundidad, inspiración, sensualidad... No es que tenga más de todo ello, sino exactamente lo necesario de cada cosa. Aún hoy (¡después de reposar diez años en mi bodega!), su sabor es complejo, fresco, elegante, delicado, intenso, frutal, balsámico, floral, mineral, suave, firme, transparente, como mucho se ha vuelto más sabio: un privilegio de la madurez. (rbb) VINUM 57 Champagne Jacquesson Millésime 1996 Dos vinos superiores no podían ser más diferentes entre sí. Sólo la compleja aromática del Jacquesson recuerda de lejos al Bollinger, aunque en él dominan las notas frutales (cítricos y frutas exóticas, pero también un deje de grosella espinosa madura). Pero donde Bollinger presenta una armonía celestial, el Jacquesson rebosa vinosidad y jugo. Con una casta despierta (se trata de un Extra Brut, es decir, sin licor de expedición), increíble vivacidad y una energía singular... ¿Qué sabor tendrá algo así dentro de diez años? (rbb) VINUM 39 Champagne Bollinger Grande Année 1996 Todo es superlativo en este vino, hoy más que nunca. ¡Claro que es posible amar más de un vino a la vez! Si no, tendría que traicionar al Krug del 88. Después de este vino, ya no se puede beber nada más. Porque no hay nada mejor. El buqué se ha vuelto aún más complejo –bollería, fruta escarchada, orejones de albaricoque, un toque de kiwi y carambola, hierbas aromáticas, flores -, en boca tiene una clase inimitable (“de la grâce”, como dirían los franceses, lleno de gracia), las burbujas de la mayor finura, pero también jugosidad e increíble dinamismo, todo ello refinado y destacado... Arrebatador, fascinante, genial. (rbb) VINUM INTERNACIONAL, junio 1987 Château de Fieuzal weiss 1986 Pessac-Léognan Esta nota de cata me trae viejos recuerdos. Mis primeros tiempos aquí en Burdeos, el boom que desencadenó el Fieuzal blanco, que fue comparado con los mejores blancos del mundo... Pero los tiempos han cambiado, los hacedores de entonces ya no son de este mundo, y hoy los vinos de esta finca apenas logran formar parte de nuestra selección. Lamentablemente, el terruño solo no hace al vino. Pero en aquel entonces y durante unos años este vino fue una sensación, y un Fieuzal de 1985 o 1986 era el vino más de moda en el mundillo de Burdeos. No obstante, ya entonces era previsible que no podría mantenerse así durante veinte años. Fue hecho para el placer inmediato: un Schletzer voluptuoso, no un vino intelectual para la guarda. La botella de 1986 que he encontrado en el desorden de mi bodega ya resultaba bastante oxidativa, de un color oro oscuro con claras notas de envejecimiento, sin llegar a ser desagradable, pero en boca más redondo y algo más hueco, con el alcohol perceptible en el final. (rbb) VINUM 63 Champagne Jacquesson Dizy Corne Bautray 2000 El Corne Bautray aún hoy está por encima de cualquier escalafón cualitativo. Y eso es lo único que se le podría reprochar. Complejo, mineral (se huele la caliza y se oye gritar a la tierra), increíblemente despierto y lleno de casta, pero también de una armonía sobrecogedora y, ante todo, con un carácter absolutamente personal. Uno se llega a preguntar si esto es champán o ya no (¡naturalmente! ¡Los franceses también puede ser altos, rubios y con los ojos azules!) También en este caso, sólo lamento una cosa: haber tenido que abrir ya la botella. Las 5.000 botellas que había ahora están vacías; Jacquesson ha sacrificado para esta cata una de las últimas mágnum de las 300 producidas, y no sé muy bien si lamentarlo o celebrarlo. (rbb)