- Redacción
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- 2002-12-01 00:00:00
Ya no cabe la sorpresa, el asombro o la duda. Las Alpujarras, esa sierra maravillosa, mágica y bravía, es cuna de buenos vinos. Allí, donde el hombre todavía se permite soñar, no solamente se alimenta el espíritu con paisajes grandiosos, de cumbres de insólita belleza, donde el horizonte dibuja líneas de trazo africano en días claros o azul esmeralda de ámbito mediterráneo, y, si se está sensible y receptivo, en las noches que brilla la luna dicen que es posible oír los cantos de las sirenas. Este recóndito lugar de la Andalucía profunda, es como un extraño imán: a su magnetismo acuden los viajeros más extraños o los espíritus más inquietos de cualquier parte del mundo.
Vuelven los granadinos que han vuelto de todo. Y uno de ellos es Manolo Valenzuela, sobreviviente tenaz de la generación de mayo del 68, agricultor ecológico, no porque sus productos se distingan con una etiqueta, sino por su filosofía de la vida. Deposita sus ilusiones en la viña, investiga con variedades de allí y de fuera, y a cada una de ellas le saca el provecho máximo. Hace años que su “Barranco Oscuro” emergió para indicarnos que allí se podía hacer un vino distinto del que hasta entonces dominaba en la comarca, dominado por un alto alcohol, con las turbideces que le proporcionaban “tipicidad” mal entendida. Entonces nos mostró que la Garnacha, la Cabernet, la Merlot, la Tempranillo, o las blancas Vijariega, Viognier, Chardonnay, Vermentino, podían expresarse sin límites, que la zona abrigaba un gran potencial. Con el tiempo, su bodega ha crecido y también sus ganas de investigar. La última experiencia ha sido con la Pinot Noir, posiblemente la uva más esquiva y huraña fuera de la Champagne y la Borgoña. Atrayente, original, muestra en esta serranía una riqueza inusitada. Aquí, donde la altura sobre el nivel del mar casi llega a los 1.400 metros, el ambiente se vuelve fresco, el clima de la montaña andaluza suple con creces la extrema latitud de aquellos terruños franceses, fríos y casi imposibles para que la viña produzca una uva de óptima calidad.
Bien es verdad que las uvas que componen este vino han recibido los trabajos y complacencias que requieran para conseguir la calidad que de ellas se espera. Barricas nuevas de roble francés, hechas en Borgoña. En ellas el vino reposa durante los doce meses de crianza, y de allí extrae los aromas especiados y tostados tan discretos. Los aromas de frutos rojos y las hierbas frescas evidencian a la variedad, y un tanino potente pero maduro envuelve el paladar. Todo estaría bien, todo si no fuera por que su escasez le hace digno de esta sección: solo 1.200 botellas verán la luz y, para colmo, la mayoría emigrará a centroeuropa.
Borgoñón Granate 2001
B. Manuel Valenzuela
Tel. 958 34 30 66
Barranco Oscuro
18440 Cádiar (Granada)
Precio: 16.23 3