Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Qué pensaríamos de un gran pintor si al realizar su obra maestra destruyera el motivo que le ha servido de modelo?. Aún más, ¿concebimos a un violinista que después de ofrecer un concierto magistral, entregue al fuego su stradivarius cuyo mágico sonido le acompañó en sus días de gloria? O mucho peor, imaginen al poeta que tras dar con el soneto de amor perfecto asesine a continuación al objeto amado de su inspiración.
Pues he aquí al poeta loco del vino: se puede decir que Dirk van der Niepoort realizó un acto parecido con sus viejas viñas cuando finalizó el trabajo que le había encomendado la revista “Matador”. Esta publicación, de ámbito extraño al mundo del vino, posee la insólita costumbre de encargar cada cosecha la elaboración de un vino a los enólogos más prestigiosos. El vino resultante siempre se llamará “Matador”, y será una serie limitada, como ha ocurrido hasta la fecha. Pues bien, Dirk Van Der Nierpoort, apasionado y revolucionario de los vinos del Douro, concibió su “Matador” de la forma más original. Poseía unas viñas viejísimas en el valle de Mendiz (la afamada zona de Pinhao), de muy escasa producción pero de uvas de una gran calidad -en su debe obraban los achaques propios de esa avanzada edad-. Las variedades, como antiguamente era costumbre, son diversas, Tourigas (nacional y francesa), Tinta Roriz, Amarela, y así hasta cerca de treinta.
Pues bien, después de vendimiar la cosecha que daría la materia prima a este vino, se arrancaron todas las cepas para, después de unos años de descanso, plantar de nuevo otro viñedo.
El magnífico producto, pleno de personalidad y finura, está dedicado al excelente y polifacético artista americano Sol LeWitt, autor de la obra que reproduce la etiqueta.
No, en el caso de este gran vino no habrá ocasión de disfrutar de otras añadas, nació único y único seguirá hasta que se acaben sus escasas 3.000 botellas.
Sol LeWitt 2001
(Por Dirk Van Der Niepoort)
Bodega Matador
Niepoort Vinhos
Dirk@nieeport-sa.pt
0035 1 936019516
Precio: 46 E