• Antonio Candelas
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• 2017-10-09 13:27:47

H asta que un vino llega a nuestra copa, tiene que recorrer un largo camino que comienza en la viña y continúa en la bodega. La poda es una de las actividades más importantes en el cuidado de la cepa. La precisión de los cortes de los sarmientos hace que la planta se desarrolle más fuerte, y equilibrada y su fruto sea delicioso. Nos ha llegado una colección de tres vinos que homenajean al arte de la poda: un blanco de Rueda y dos tintos, uno de Ribera del Duero y otro de Toro. Hemos elegido el último porque nos gusta lo bien que enseña el carácter de la zona. Tiene notas de fruta negra madura, tinta y tierra. De paladar abocado, corpulento y licoroso.

E n Guadalajara, a 1.000 metros de altitud y en plena Ruta de los Pueblos Negros, acaba de ver la luz este vino que amplía la gama de esta singular bodega. Su cuidada elaboración pasa por una fermentación en tinas de roble francés y una posterior crianza en barricas francesas y americanas durante 18 meses. En nariz nos regala potencia y una gama de aromas de cierta complejidad que va en la línea de notas especiadas, de caja de puros, tierra mojada y fruta negra escarchada o en licor. En boca mantiene la estructura dejando tras su paso recuerdos dulzones de madera antigua y un toque de chocolate. Es su momento de disfrute.

E l grupo Juan Gil Bodegas Familiares estrena dos vinos en Campo de Borja elaborados con garnachas de diferentes parcelas de bajos rendimientos. Godina y Morca son sus nombres y ambos llevan el sello inconfundible de la firma: mantienen la fruta con el punto de sazón adecuado y abrazada por una barrica amable y bien trabajada. De tacto suave y con buen extracto. Traemos a estas líneas el que ha pasado 20 meses en barrica francesa por su concentración, amplitud de trago y capacidad de envejecer con el paso de los meses adquiriendo matices más complejos. Por el camino nos deja notas de fruta negra madura, regaliz y especias dulces.

E dición limitadísima (830 botellas) de un vino de altos vuelos. Las preciadas uvas que han dado las casi centenarias viñas plantadas por los abuelos los actuales propietarios, Pilar y Carmelo, han sido elaboradas por el método de maceración carbónica con una crianza de 11 meses en barricas nuevas de roble francés. El abanico aromático en forma de notas de regaliz rojo y frambuesas es una delicia. La crianza aporta toques cremosos bien ajustados. En boca es interesante porque su tacto es amable y su expresión golosa en un conjunto serio en el que al final van apareciendo detalles muy elegantes (especias, tierra mojada, frutos secos).

H emos recibido la colección de vinos que elabora desde 2009 en Aragón Michael Cooper, un californiano afincado en España que se enamoró de Cariñena, donde elabora vinos monovarietales a partir de uvas autóctonas. Su idea es mostrar la identidad de la zona a base de utilizar levaduras autóctonas y conocer el clima y las diferencias de suelos de la región. Os presentamos este monovarietal de Cariñena con marcada presencia de aromas de fruta negra madura y detalles especiados y ahumados de la crianza. Paladar cálido, con un punto de acidez que aligera el paso. Al final quedan recuerdos tostados.