- Redacción
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- 2018-09-12 00:00:00
En MiVino nos gusta comenzar el nuevo curso a lo grande y para ello nada mejor que una interesante incursión en el vino aragonés. La diversidad de zonas, uvas, altitudes y formas de entender la viticultura nos obligan a seguir de cerca lo que allí se está haciendo.
P ara rconocer bien el Aragón vitícola debemos llenar la mochila de energía, hacernos con un calzado cómodo y partir con los sentidos desperezados porque cuando menos te lo esperes, ¡zas!, un buen vino puede llegar a tu copa. Comenzamos el recorrido en la parte más septentrional de la Comunidad aragonesa, el Somontano, que quiere decir a pie de monte. Esta D.O. situada a los pies del espectacular Pirineo oscense nace en 1984. Es en los años sucesivos cuando una fuerte inversión económica dotó a la zona de instalaciones tecnológicamente punteras y una viticultura basada fundamentalmente en el desarrollo de variedades foráneas. Con la crisis de los últimos tiempos y sobre todo con la llegada de las nuevas tendencias que apuestan por las variedades autóctonas de cada región, el Somontano quedó anestesiado. Hoy está en condiciones de despertar del letargo y mostrar los buenos vinos que se hacen con esas variedades extranjeras perfectamente adaptadas con el paso de los años como la Chardonnay o Gewürztraminer en blancas o la Merlot, Cabernet Sauvignon o Syrah en tintas. No hay que olvidar que, debido a la tradición vitícola de la zona, también cuentan con uvas autóctonas como la blanca Parraleta o la tinta Moristel. Con estos activos de gran valor, el mejor vino de Somontano está por llegar.
Para encontrar las otras tres denominaciones de origen de la Comunidad debemos desplazarnos al oeste de la provincia de Zaragoza. Allí C,alatayud, Campo de Borja y Cariñena trazan un trinángulo en no muchos kilómetros donde las uvas tintas Garnacha y Cariñena se han convertido en las mejores embajadoras de estas tres zonas. En Calatayud el poderío y amable expresión de la Garnacha adquiere matices procedentes de los diferentes suelos, altitudes y orientaciones de los viñedos bilbilitanos. Es curioso ver en pocos kilómetros el cambio de color y textura del terreno como si bajo nuestros pies tuviéramos un bello mosaico geológico que participa de forma decisiva en la diferenciación de sus vinos. En Campo de Borja, las cepas de Garnacha, en muchos casos viejas, se ven influidas por la cercanía del imponente Moncayo y el sosegado río Ebro. Estos accidentes determinarán las características de las elaboraciones. Encontraremos vinos más opulentos y licorosos en zonas más cercanas al río y más delicados y elegantes en los majuelos más altos de la denominación. Por último, llegamos a Cariñena cuya uva estrella y Denominación de Origen toman el nombre de la ciudad. Hoy goza de un gran potencial como zona productora y no tardaremos en ver cómo esta uva, de gran frescura y buenas posibilidades para envejecer sola o en compañía de otras variedades como la Garnacha o Tempranillo, consigue convencer a nuestros paladares. Por ahora, ya lo está haciendo en mercados internacionales hasta el punto de que el 75% de la producción traspasa nuestras fronteras.
Aunque esta es una breve fotografía de las denominaciones aragonesas, no hay que olvidarse de los Vinos de la Tierra y de Pago que aquí se producen y que podréis encontrar en los 42 vinos que os proponemos para trazar así vuestra particular ruta del vino aragonés.