- Antonio Candelas
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- 2019-01-31 00:00:00
Nos detenemos en un territorio que nos asombra por la armonía que se establece entre la naturaleza y el cultivo de la vid. Un equilibrio en apariencia delicado que se torna irreductible cuando el hombre participa como garante de su estabilidad.
A unque la actividad agraria siempre lleva consigo una transformación del terreno, esta se puede llevar a cabo bajo unas premisas que respeten lo máximo posible la identidad del medio, haciendo que el cultivo forme parte del paisaje adaptándose a él y no al contrario. En la D.O. Montsant tienen muy claro que el cultivo de la vid no ha de interferir en el equilibrio medioambiental. Es más, la viña y todos los trabajos realizados por el hombre deben incorporarse al conjunto natural buscando la armonía. Si visitáis la zona, os daréis cuenta de que aquí las cepas quedan encajadas en intrincados accidentes rocosos, mientras el bello paisaje mediterráneo alimenta sus brazos con savia rebosante de deliciosos aromas y sabores que recogerán y guardarán los racimos de uvas.
Ubicada en la parte central de la provincia de Tarragona, esta Denominación de Origen que nació en 2001 queda trazada por varias sierras concatenadas, así como por la cuenca de los ríos Montsant, Siurana y la riera de Capçanes. La diversidad de suelos que encontramos en cuanto a orígenes y texturas nos da una idea de la complejidad geológica del territorio: pizarrosos, graníticos o calcáreos, cada suelo aportará el sustento necesario a la planta que de alguna forma marcará la personalidad del fruto. En una región que ronda las 2.000 hectáreas de viñedo y en la que existe esta gran heterogeneidad de matices climáticos, de altitud y suelos, se ha desarrollado un estudio de zonificación impulsado por la propia D.O. en el que se han conseguido distinguir seis subzonas. Todo este trabajo busca conocer con mayor precisión los cambios de expresión que suceden en la Garnacha y Cariñena (aquí llamada Samsó), dos uvas que copan gran parte de la superficie vitícola de Montsant.
El consistente presente hace presagiar un futuro prometedor a esta tierra de vino. Pero hasta llegar aquí se ha tenido que trabajar mucho para salvar los inconvenientes de una actividad que duerme al raso y que está a expensas del capricho de la generosa, pero a la vez imprevisible y exigente naturaleza. Quizás la circunstancia más comprometida de la región se vivió, como en el resto del país, con la llegada de la implacable filoxera. Se dice con frecuencia que todas las crisis son oportunidades que se cruzan en nuestro camino para salir reforzados de ellas. Este hecho sirvió para que se crearan las cooperativas como mecanismo de defensa para mantener la actividad vitícola de la zona. Hoy siguen luciendo el estilo modernista de aquella época en sus singulares fachadas.
Hasta aquí hemos intentado desgranar algunos de los motivos por los cuales los vinos de Montsant ocupan nuestra cata del mes y os podemos adelantar que ante todo ha sido un delicioso baño de sabor mediterráneo. Sumergidos en un mar de matices nos hemos trasladado a aquel paisaje que alguna vez en la vida todos debemos pisar, saborear, gozar. Únicamente hemos regresado de nuestro asombroso viaje cuando al abrir la cava donde conservamos los vinos no quedaba botella por abrir. Disfrutad igual que lo hemos hecho nosotros con estos 36 vinos ricos, sugerentes y llenos de carácter. Un carácter que deja huella y que sin duda permanece en la memoria.