- Antonio Candelas
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- 2019-02-28 00:00:00
El uso de la palabra Pago en nuestro país ha sido tan recurrente en marcas comerciales, que cuando nos referimos a ella como la distinción recogida en la legislación vigente no nos queda muy clara la dimensión de esta calificación. Se define como el paraje o sitio rural con unas cualidades propias que lo diferencian de otros lugares cercanos a su entorno. Unos rasgos que se trasladarán a los vinos, haciéndolos particulares. En estos pagos deberá existir una tradición vitícola arraigada a lo largo de los años y su extensión deberá ser limitada, no superando la superficie del término municipal donde se encuentre. Estos son algunos rasgos cualitativos de esta particular mención, pero mejor será que disfrutemos de sus singularidades catándolos.
Todos los que son
Una de las cuestiones que ha generado algo de confusión con esta D.O.P. ha sido las altas cotas de calidad esperadas en los vinos procedentes de estos Pagos. Es necesario aclarar que, aunque las exigencias son muchas y efectivamente se obtienen vinos con una gran reputación, no conviene generalizar o hacer comparaciones. Más que nada, porque las diferencias de calidad entre estos vinos y los procedentes de otras denominaciones de origen no aportan más que una instantánea de ese año, esa zona o esa forma de elaborar determinada variedad, y esto no debe convertirse en norma. Hay que entenderlos como una forma de acotar el lugar de donde procede la uva debido a sus particularidades climáticas y del terreno.
A continuación, y para completar la lista de los 17 Pagos oficiales existentes hasta la fecha, haremos una pequeña descripción de los tres de los que, por diferentes razones, no hemos podido conseguir el vino que sale de ellos para catarlo. Comenzamos por el Pago Prado Irache, situado en Navarra y cuya distinción fue conseguida en 2008. Desde 2018 la propiedad es la misma que la de Pago Finca Bolandín. No sale al mercado vino de este Pago desde 2006, pero estamos a unos meses de conocer la nueva cara de este vino de añada 2018, de escasa producción, pero de gran calidad. Viajamos hasta Ciudad Real para encontrarnos con Pago Florentino. Sus viñas ubicadas al pie de una colina están arropadas por unos suelos complejos que marcan sin duda el carácter del vino. Y para terminar el viaje, subimos a la provincia de Toledo para degustar los vinos del Pago Dominio de Valdepusa. Un viñedo pionero en nuestro país donde Carlos Falcó introdujo alguna de las novedades más importantes de nuestra viticultura.