- Antonio Candelas
- •
- 2019-10-08 00:00:00
El anuncio de la excelencia de una cosecha por parte de las denominaciones de origen se realiza basándose en unas condiciones climáticas excepcionales, pero es el tiempo el que dicta verdadera justicia sobre ella. Es él el único que puede hacer que sea imperecedera.
Todo apunta a que la de 2019 será una añada en Rioja de las que no se olvidarán fácilmente. Tras el seco y accidentado 2017 y el generoso 2018, parece que la cosecha de este año presenta mayor equilibrio, y eso acabará redundando sin duda en la expresión de los vinos. Estas conjeturas basadas en las buenas condiciones climáticas y el formidable estado sanitario de la uva conceden a esta cosecha muchas papeletas para tomar el relevo a la última añada excelente de Rioja, la 2011. Un año en el que todo fue sobre ruedas y el fruto, además de llegar a la fecha de vendimia completamente sano, poseía una compensación sobresaliente entre el grado alcohólico y la acidez. La ausencia de contratiempos climáticos y los buenos resultados analíticos de la uva pusieron al equipo técnico del Consejo Regulador en la pista de una posible añada de calidad superior. Estos datos, acompañados de un vino joven recién elaborado con una distinguida expresión frutal y una perfecta armonía como la de aquel año, fueron claves para otorgar la máxima calificación a la añada 2011.
Elaborar e interpretar los datos de una cosecha para poder categorizarla es una tarea complicada, pero sirve de guía a las bodegas para que proyecten su trabajo con ciertas garantías hacia elaboraciones de guarda. El tiempo no solo determinará la verdadera excelencia de una añada, sino que verificará el buen hacer del enólogo. Y es que además de conseguir una materia prima de una calidad suprema, la bodega debe poner todos los medios posibles para crear un vino a la altura de la añada en el que se aprecie esa grandeza con el paso del tiempo.
Al observar la tabla de calificaciones de añadas, podríamos caer en la tentación de pensar que los consejos reguladores pueden llegar a ser demasiado espléndidos cuando se trata de poner nota a la cosecha. Si analizamos el caso de la D.O.Ca. Rioja, que lleva calificando sus añadas desde 1925, contaremos tan solo 14 añadas incluidas en el olimpo de la excelencia. Por otro lado, si consultamos bibliografía y preguntamos a la gente que mejor conoce Rioja podemos acotar aún más las añadas que han marcado una época. 1964, 1994 y 2011 son, en términos generales para muchos, las mejores cosechas de Rioja. Es por eso por lo que hemos querido reunir 42 botellas de esta última añada sublime, para entender el presente de un vino elaborado ya hace ocho años y, en función de eso, predecir su futuro. Algunas de las referencias las podéis encontrar en vuestra tienda favorita y otras han sido rescatadas de los botelleros de las bodegas porque ya no podemos encontrarlas en el mercado.
Interesantísima cata en la que nuestro comité tuvo que remangarse y trabajar duro para conseguir descifrar la evolución de cada una de las muestras recibidas. El resultado global no ha podido ser más sorprendente. Nos hemos encontrado con que hay músculo y expresión, pero sobre todo diversidad y riqueza aromática gracias a los diferentes estados de evolución. Aún no sabemos si la cosecha de 2019 será excelente, histórica o se quedará a las puertas de formar parte de ese selecto club de "excelentes", pero de lo que sí estamos seguros es de que tenemos 2011 para rato.