- Antonio Candelas
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- 2019-12-04 00:00:00
Estos dos conceptos económicos que han dado para tantas teorías y reflexiones por parte de los estudiosos de la materia se aplican al vino como bien de consumo que es. Un análisis apropiado para unas fechas en las que, más que nunca, hay que beber buen vino. Esta vez, sin gastarnos más de 30 euros.
V alor y precio. Así, a simple vista, no parece que haya mucha diferencia entre ambas palabras: todo lo que vale mucho necesariamente tiene que tener un precio elevado. Esta percepción cambia si acudimos a la Paradoja del Valor planteada por Adam Smith, considerado como el padre de la economía moderna. Para formularla, el señor Smith tuvo en cuenta que todo bien de consumo tenía dos cuestiones perfectamente establecidas. Por un lado está lo que cuesta acceder o producir el producto (es lo que llamamos precio) y por otro está el beneficio que nos aporta ese elemento adquirido (valor). Así, el agua tiene un precio reducido por la facilidad que, hasta la fecha, tenemos para conseguirla. Sin embargo, es esencial para que la vida sea posible en nuestro mundo y por lo tanto tiene un gran valor. Por el contrario, en el caso de un diamante, la naturaleza necesita tanto tiempo y unas condiciones tan especiales para crearlo que su precio no está al alcance de cualquiera. A pesar de ello, el beneficio que nos aporta es pequeño porque no es primordial para nuestra supervivencia y, por lo tanto y a pesar de todo, el valor de consumo no es elevado.
Hay otras teorías sobre estos conceptos y otras escuelas que los tratan desde diversos puntos de vista, pero sin duda la de Adam Smith puede extrapolarse al vino y es lo que hemos querido demostrar con la cata del mes. En este caso, el valor estaría definido por el placer que nos genera una copa de un determinado vino. Como al principio, puede parecer que debe ser más caro un vino cuanto más disfrute nos proporcione, pero no es del todo así. Existen vinos de precios elevados porque en muchos casos, como ocurre con el diamante, proceden de viñas recónditas, difíciles de trabajar, con rendimientos exiguos y de producciones muy limitadas. Esto encarece el producto final y, aunque seguramente sea un grandísimo vino, puede ser que la diferencia de valor no sea tan elevada con otro de precio menor. También puede ocurrir que no estemos preparados para entender el vino en cuestión, porque sencillamente no hemos llegado al nivel de conocimiento necesario para llegar a disfrutarlo. En este caso es adecuado centrarse en vinos más accesibles en precio que seamos capaces de disfrutar plenamente. Llegados a este punto, cabría preguntarse si técnicamente existe un tope de precio por encima del cual no se puedan apreciar mejoras en un vino con respecto a otro. Probablemente esto se pueda cuantificar, pero quizá no haya que ser tan preciso en este asunto, puesto que detrás de un vino de precio alto no solo hay un coste de producción elevado, también hay historias y cuestiones que son difíciles de tasar.
De cualquier modo, la época navideña ya está aquí y con ella los encuentros familiares, las fiestas multitudinarias y los excesos que acabaremos pagando con la báscula o con la banda magnética de la sufrida tarjeta de crédito. Con el primero poco podemos hacer. Con el segundo os echamos una mano para que, en lo que a vino se refiere, no haya excusas de presupuesto. Hemos hecho una selección de 63 vinos con dos condiciones: que su precio no supere los 30€ en tienda y que por supuesto os genere un gran nivel de disfrute digno de unas fiestas como las navideñas. Nos vemos en 2020. Mientras tanto no escatiméis en ser felices.