- Antonio Candelas, Foto: Heinz Hebeisen
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- 2020-05-07 00:00:00
Hay un interés creciente por los blancos. Los consumidores los buscan y las bodegas estudian sin descanso la manera de crear elaboraciones con carácter, singulares y con casi la misma capacidad de envejecimiento que un tinto, y en esto Rioja algo sabe. Pero ¿cómo son sus blancos?
La universalidad de los vinos de Rioja se debe en gran medida a los tintos; desde los explosivos y sugerentes jóvenes de cosechero hasta los elegantes y atemporales vinos de largas crianzas. Todos ellos han marcado un estilo muy reconocible que ha servido para convencer a mercados de todo tipo. Pero no solo de tinto vive Rioja. El creciente interés del consumidor por el vino blanco ha agudizado el ingenio del bodeguero riojano, que se ha lanzado decidido a la elaboración de vinos con diferentes perfiles pensados para satisfacer la amplia demanda del mercado. Pero es preciso dar algunas cifras para contextualizar el blanco dentro de una zona como Rioja.
Según los datos que maneja el Consejo Regulador de la D.O.Ca. Rioja a 31 de diciembre de 2019, la superficie de viña de variedades blancas supone un 9% del total del viñedo riojano con 5.979 hectáreas. Casi un 69% de esas hectáreas lo ocupa la Viura. Una uva que no es muy aromática, pero que, cuando procede de viñas viejas, es capaz de conseguir unos vinos elegantes, complejos y muy longevos. En segunda posición y con mucha diferencia con respecto a la Viura, se encuentra el Tempranillo Blanco con una participación de algo más del 12% en la viña blanca. Aunque existe una gran diferencia entre ambas hay que tener en cuenta que ésta es una uva reciente que año a año va ganando presencia. Sus vinos muestran narices aromáticas y amables. En boca suelen ser fluidos y aunque aún es pronto, ya hay bodegas que se están atreviendo a elaborar vinos de largas crianzas con ella consiguiendo resultados muy interesantes. En tercer lugar sorprende la Verdejo con cerca de un 5,5%. Una variedad que no es autóctona, pero que su fama va haciendo que vaya tomando cierto protagonismo en la zona.
Aunque el podio lo ocupen estas tres uvas no hay que perder de vista otras tres que atesoran unas cualidades y una personalidad inigualables. Por un lado, está la Malvasía, que acompaña con frecuencia a la Viura creando vinos de una deliciosa expresividad. Por otro se encuentra la Garnacha Blanca con su raza en forma de estructura que arma el paladar de los vinos que la contienen. Y por último, la que creemos que es el futuro de la Rioja blanca: la Maturana Blanca. Una uva de la que apenas se cuentan 39 hectáreas, pero que es de una nobleza sin igual. En aromas es tan discreta como delicada y su capacidad para envejecer es soberbia. Una joya que habrá que ver cómo evoluciona, pero que hoy ya cuenta con varios convencidos de su potencial.
Todos estos datos que dibujan el terreno blanco de Rioja son avalados por algo más del 9% del mercado total de esta D.O.Ca., cuyo crecimiento anual es importante en cuanto al dato (11,4% en 2019) y a su previsión futura. Todos estos números son importantes, pero más importante es conocer de manera práctica el resultado de esta nueva era del vino blanco riojano, donde conviven elaboraciones clásicas, novedosas, pensadas como grandes vinos donde el terreno sea prioritario o como elaboraciones accesibles en las que se busca satisfacer al consumidor en un momento amable y distendido. Algo así hemos buscado en esta selección de 54 vinos. Encontrad la que más se adapte a vuestro gusto y, ¡a disfrutar!