- Antonio Candelas
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- 2020-06-16 00:00:00
Se postulan como los grandes aliados contra las altas temperaturas que se avecinan este verano. Son versátiles en lo gastronómico, refrescantes y, por qué no decirlo, nos dan ese punto chic que nos gusta lucir en nuestra paticular estética estival.
Existen pocas elaboraciones que comuniquen tanto desde los trazos de la botella o desde el propio diseño de la etiqueta como los espumosos. El lenguaje no verbal utilizado en estos soportes sugiere glamour, diversión, sofisticación e incluso en muchos casos cotidianeidad. Y es que el disfrute de un espumoso va más allá de la liturgia del brindis reservada para momentos puntuales de nuestra vida. La gran versatilidad gastronómica que ha demostrado la burbuja invita a que sea una opción real y acertada para ir abriendo su consumo en cualquier circunstancia que se nos ocurra: aperitivo, comida familiar, cena romántica... Los datos hablan de que la mayor parte de botellas descorchadas de este tipo de vino corresponde a las fechas navideñas, tradición que no hay que dejar de alimentar, pero que se puede hacer extensiva al resto de año.
Aunque tocamos con la punta de los dedos el verano, ya hemos tenido ocasión de sentir en nuestra piel un adelanto de lo que nos depararán los próximos meses. Al margen de las posibilidades que tengamos de disfrutar, coronavirus mediante, de nuestro destino vacacional, lo que sí sabemos es que el sol inundará de calor cada rincón de nuestro país, una ocasión inigualable para demostrar que el mejor remedio para combatir la canícula es aliarnos con las refrescantes burbujas de un espumoso. El catálogo de posibilidades es casi infinito. Las bodegas nos lo ponen muy fácil ofreciéndonos referencias para cualquier experiencia de consumo o nivel de exigencia. Desde los más refinados y complejos, capaces de transmitir la esencia de un paisaje, hasta los más desenfadados y divertidos, pensados incluso para tomar con unas piedras de hielo, una opción que enlaza con su utilización dentro de la coctelería. Los grandes gurús de esta disciplina tienen en los espumosos un ingrediente con unas posibilidades extraordinarias para dar rienda suelta a su creatividad, redireccionando a su vez el cóctel hacia la gastronomía.
Aunque existen varios procesos para conseguir la burbuja en el vino, la selección sugerida a continuación ha sido creada en base a dos métodos: el tradicional (o champenoise) y el ancestral. En ambos la burbuja es endógena y se crea dentro de la propia botella. La diferencia fundamental es que en el primero la formación de burbuja se produce tras dos fermentaciones y en el segundo en tan solo una. Hoy en día es cierto que la D.O. Cava aglutina una gran parte de la producción de espumosos mediante el método tradicional, pero existen otras zonas productoras que permiten la elaboración de espumosos bajo este proceso. El ancestral, aunque minoritario, está adquiriendo un importante crecimiento en los últimos años reforzado por un interés del consumidor.
Pongámonos en modo burbuja cuando nos dispongamos a tomar un rico arroz, un aperitivo o en cualquier otra circunstancia más o menos solemne que se nos plantee en el verano que comienza. Os hemos querido dejar una pequeña guía con 45 propuestas para que no partáis de cero en vuestra elección. Y recordad que no hace falta esperar a las doce campanadas para notar el sugerente cosquilleo de las burbujas.