- Antonio Candelas
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- 2021-04-29 00:00:00
En uno de los valles más bellos de Galicia, donde el Miño recoge las aguas cristalinas del río Avia y Arnoia, se elabora un vino soberbio que presume de una historia tan extensa como apasionante. La Treixadura es la uva que mejor capta la esencia de aquella tierra, llegando a conmover con su singular expresión.
El Ribeiro es uno de esos lugares en el que las fuerzas de la naturaleza han ido moldeando en perfecta sincronía la plasticidad de la tierra: aguas que transcurren silenciosas acomodándose a los pliegues y recovecos del valle, el omnipresente granito que, desmenuzado por el paso del tiempo, da consistencia arenosa a los suelos y, por supuesto, la mano del hombre. Su trabajo ha sido determinante porque ha leído con inteligencia los recursos y las posibilidades de una tierra que, desde hace siglos, ha tenido en la viticultura una actividad fundamental para la conservación del paisaje y la prosperidad de los pueblos del valle. Lugares tan evocadores como el claustro del monasterio de San Clodio –donde los monjes benedictinos y cistercienses trabajaron en la protección del patrimonio vitícola ya en el siglo XII– o la magnífica judería de Ribadavia son algunos de los valiosos símbolos que el tiempo ha querido conservar para que ubiquemos a esta zona en el lugar privilegiado que le corresponde.
Si alcanzamos una cota alta desde la que divisar el valle, observaremos una evidencia más de cómo el hombre ha aprovechado cualquier ventaja que el terreno le ha entregado. Las mil y una orientaciones que las laderas de un valle ofrecen son aquí empleadas para cultivar la vid sobre las terrazas que el viticultor ha ido creando sirviéndose de las curvas de nivel. Así, la Treixadura, protagonista blanca de los vinos del Ribeiro, ha logrado acoplarse a las condiciones del lugar en pequeñas parcelas esparcidas por ubicaciones estratégicas.
Aunque cada vez más encontramos vinos elaborados únicamente con Treixadura, es habitual que vaya acompañada en proporciones menores por otras uvas como Loureira, Albariño, Godello, Caíño Blanco... La dama blanca por excelencia del Ribeiro es una uva de brotación y maduración tardía, por lo que las condiciones del valle le favorecen. Además, no es amiga de la falta de agua y, aunque es una variedad que se desarrolla con vigor, los suelos graníticos de escasa materia orgánica controlan esta cualidad. En estos 12 vinos queremos enseñar cómo la Treixadura logra hacernos vibrar con sus aromas y sensaciones que conectan directamente con el Ribeiro, una tierra que sobre la tradición y la historia construye su futuro.