- Antonio Candelas
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- 2021-04-29 00:00:00
En MiVino es tradición dedicar una de las catas primaverales al cada vez más diverso y apasionante mundo del vino rosado. Una elaboración en la que se aprecia la maestría del enólogo. Pero, ¿cuáles son las armas de seducción de estas perlas de nuestras bodegas?
Desde el rosado casi blanco al rosado casi tinto. Desde la más frágil y sutil de las elegancias que nos subyugan hasta el más exuberante y rotundo de los perfumes que sacuden nuestros sentidos. Así de inmenso es el mundo del vino rosado. Tonalidades cromáticas casi inabarcables, aromas que sugieren paisajes silvestres eclosionando en plena primavera y sabores que impregnan nuestro paladar de recuerdos de infancia. Es una de las elaboraciones más sorprendentes y diversas que no solo hablan de una variedad o de un lugar. Nos cuentan relatos de tradición –como ocurre en Navarra, Cigales o Utiel-Requena–, pero también de innovación enológica puntera con la que se está consiguiendo lo que hace unos años era inconcebible por varios motivos: por esa carencia técnica que se ha ido salvando con el tiempo y porque el rosado era considerado como un vino menor sin el interés que hoy ha despertado entre el consumidor. Una atención que nos lleva a preguntarnos por los motivos de semejante ascenso en el posicionamiento de la elección del cliente.
Su capacidad de traernos a la memoria aromas familiares e identificarlos de manera casi inmediata nos pone en una situación de conocimiento que con otros vinos no es tan evidente. En otras palabras, el rosado es un vino de fácil acceso con el que nos sentimos cómodos porque reconocemos enseguida algunos de los matices y, además, porque la no siempre fácil labor de elegir la comida adecuada se hace más llevadera con este tipo de vinos. Digamos que en muchos casos lo podemos considerar como el vino comodín para estos asuntos gastronómicos que a veces tanto nos cuesta resolver. Esa buena disposición del rosado para convencernos con su amabilidad y ganarse nuestra confianza es la responsable de su éxito más allá de hábitos estacionales de consumo que tanto han marcado a esta elaboración.
Saber que en un momento de apuro siempre habrá un rosado dispuesto a brindarnos su afabilidad es un alivio. Pero hemos de saber también que en un mundo tan amplio en el que colores, estilos, variedades y formas de elaboración construyen la grandiosidad del rosado, hay espacio para vinos de culto, exclusivos o elaborados con una intención de guarda. Este es el verdadero hito de las bodegas, que ponen todo su conocimiento y sus mejores bazas vitícolas para la obtención de vinos extraordinarios capaces de afinarse durante meses y poder llegar a plasmar una serie de registros aromáticos de una categoría memorable.
En la construcción de esta selección compuesta por 54 rosados hemos tenido en cuenta un extenso conjunto de parámetros para que descubráis la diversidad que encierra esta elaboración: zonas de producción, modos de elaboración, uvas o peculiaridades en su perfil. Aquí encontraremos tanto ejemplos de vinos atractivos por su sugerente explosión aromática como referencias muy limitadas en las que se mira también a la viña, al entorno que la rodea y a la esencia de un paisaje. Todos ellos forman parte de las pinceladas rosadas que adornan con gracia nuestro botellero, las bodegas de los restaurantes o los lineales de las tiendas especializadas. Pinceladas que sugieren buen ánimo y son transformadoras cuando la primavera inunda todo nuestro quehacer cotidiano.