- Antonio Candelas
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- 2022-01-26 00:00:00
Dicen que lo que marca el carácter de un vino es el clima, el suelo, la ubicación de la viña y la mano del hombre. Cuatro pilares sobre los que la D.O.P. Manchuela centra la diferenciación de sus elaboraciones: desde la frescura de sus blancos y rosados hasta la raza de sus tintos.
Al este de Castilla-La Mancha, entre la extensa meseta manchega y la caprichosa Serranía de Cuenca, existe un rincón de singular belleza en el que la viña lleva echando raíces desde hace 2.500 años. Aquel territorio, a caballo entre las provincias de Albacete y Cuenca, está acotado por el intrincado trazado de los ríos Júcar y Cabriel, dando forma a la Denominación de Origen Protegida Manchuela. Tierra entre dos ríos que se ha llegado a nombrar como la Mesopotamia Manchega en comparación con la región de Oriente Próximo entre los ríos Tigris y Éufrates. Pero si es importante a nivel vitícola la influencia geológica de los dos accidentes fluviales, lo que sin duda marca la diferencia es el paisaje que ambos ríos crean poco antes de juntar sus aguas.
Las 9.000 hectáreas de viñedo que comprenden esta comarca vitícola están bajo la influencia de un clima continental con importantes y distintivos matices mediterráneos por su cercanía al mar. La altitud –que comienza en los 600 metros y llega a alcanzar los 1.000– es otro punto de diferencial que hace que la frescura de la uva quede intacta. Y todo ello sin contar con el carácter arcillo-calcáreo del suelo y el paisaje típico mediterráneo, en el que fauna y flora también intervienen en la tipicidad de la zona. Estos elementos son sobre los que la uva tinta Bobal, la más plantada en este territorio, adquiere su expresión más auténtica, bien sea en frescos y gratificantes rosados o en tintos consistentes y completamente personales. Un icono tinto de la zona que poco a poco se ha ido convirtiendo, por su versatilidad y carácter, en la verdadera reina de la Manchuela con permiso del resto de uvas tintas. Entre otras, se cultivan Garnacha, Garnacha Tintorera, Moravia Agria y Dulce y Tempranillo, incluyendo a la Touriga Nacional, incorporada a finales de 2021 en la lista de variedades tintas permitidas.
Aunque parece una tierra de tintos y rosados comandados por la Bobal, las variedades blancas también aportan sus granitos de uvas para completar el catálogo de vinos. La Albillo es la más abundante, aunque también encontramos Macabeo, Pardillo, Chardonnay, Verdejo, Sauvignon Blanc... y, como pasa en las tintas, cuentan desde hace poco con la incorporación de la Garnacha Blanca, la Tardana y la Moscatel de Alejandría a la lista de uvas admitidas.
Pero además de las nuevas variedades aprobadas en la última modificación del pliego de la Denominación de Origen, se ha dado luz verde a la elaboración de Vino de Hielo. Una extraordinaria forma de aprovechar la continentalidad del clima dejando las uvas en la cepa a la espera de que se congelen con las llegadas de las primeras heladas. Son ejemplos de que esta pequeña región está en perpetuo movimiento buscando las mejores oportunidades que la tierra les brinda para conseguir captar nuestro interés.
No tardaremos en ir descubriendo elaboraciones que contengan estas novedades, pero mientras tanto hemos catado una buena muestra de lo que en la Manchuela se elabora: desde vinos jovencísimos, ya de la añada 2021, hasta tintos jugosos, frescos, de estructura amable y con buena capacidad de guarda. No se nos ocurre mejor manera de comenzar el año.