- Antonio Candelas
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- 2022-04-27 00:00:00
Hasta no hace tanto, la credibilidad del rosado no alcanzaba ni de lejos a la de otras elaboraciones. Apenas había referentes. Afortunadamente, esto ha cambiado y cada año llenan nuestras copas vinos de una genial precisión enológica. Hoy, elegir rosado es apostar a caballo ganador.
Para entender mejor el presente de este vino, hay que dar unas pistas de su pasado, aunque en nuestro país no haya sido muy halagador que digamos. Hasta hace algo más de dos décadas el lanzamiento de un rosado al mercado no despertaba el menor interés, entre otras cosas porque estaba considerado casi como un subproducto de la enología de tintos que resultaba de la extracción de mosto del depósito destinado para hacer vino tinto con el fin de que este fuera más concentrado. En otros casos, era el resultado de la nada reputada mezcla de uvas tintas y blancas. Sea como fuere, el hecho real era que no había mucho interés ni en elaborar ni en consumir rosado de una cierta entidad, exceptuando, por supuesto, honrosísimos casos que solían llegarnos de territorios históricamente elaboradores de rosados.
El interés de este tipo de creaciones que acabó desembocando en una revolución de color rosa llegó a nuestro país alentado por la fiebre mundial que se vivió gracias a los famosos rosados de la región francesa de la Provenza. Todo el mundo, de alguna forma, quería imitar esa forma de elaborar para crear vinos de un rosado pálido, color salmón, casi blanco en algunos casos, para dar servicio a la gran demanda que se había generado en aquella primera década del presente milenio. Este revulsivo animó a los territorios y a las bodegas a poner más atenciones, conocimientos y recursos a la línea de rosados. Pasó de ser un vino menor, prácticamente escondido en los catálogos comerciales de las casas bodegueras, a mostrarse con orgullo, presentarlo en sociedad como un meritorio hito e incluso estar por encima en valor de otros vinos blancos y tintos. Algo, que jamás nos podríamos haber imaginado años atrás.
Actualmente, seguimos viviendo la tendencia transformadora que parte de aquel momento de la historia enológica de nuestro país que cambió el devenir del vino rosado. La diversidad en todos los aspectos es fabulosa. Hoy en día existen rosados de todo tipo. Desde los de sangrado con multitud de matices cromáticos hasta los de prensado directo, pasando por los tradicionales y afortunadamente rescatados claretes. Se ha creado un mundo de color de rosa en el que el ingenio se ha agudizado para obtener vinos potentes, frutales, fáciles de beber y disfrutar o rosados de culto, procedentes de viñas únicas, de producción limitadísima y a un más que justificado elevado precio.
Esta realidad va acompañada de unos datos de consumo que sin duda respaldan todo el trabajo que se está llevando a cabo desde las bodegas. Según los datos del Observatorio Español del Mercado del Vino (OeMV) del último año, mientras las ventas de tinto en el canal alimentación crecieron un 2,7%, el rosado elevó su crecimiento hasta un 36%. Conclusión: en nuestro país nos hemos puesto las pilas en los últimos años y hoy elaboramos rosados de gran calidad, adecuados para diversos momentos y experiencias de consumo.
Es por todo ello por lo que en MiVino cada año nos damos una vuelta por los nuevos rosados y por los que no son tan nuevos. O por los que han evolucionado con el tiempo porque, querido lector, el rosado de guarda también existe. Como ves, apostar al rosa garantiza el éxito de nuestra velada.