- Antonio Candelas, Foto: Heinz Hebeisen
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- 2023-05-31 00:00:00
Pocas zonas vitícolas surgen de una trama fluvial en la que cada recodo, cada afluente crea rincones únicos de expresiones variopintas por su multitud de suelos, inclinaciones y orientaciones. Sin duda, Valdeorras es un mosaico infinito de posibilidades.
El bellísimo paisaje de Valdeorras seduce desde el primer minuto y para siempre. Es de esos lugares que no se olvidan en la vida. Las cuencas del río Xares, afluente del Bibei y este a su vez del Sil, crean un entorno tan paradisiaco en cuanto a naturaleza como envidiable para elaborar vinos de perfiles y texturas inimaginables. En un contexto climático único definido por sorprendentes parámetros mediterráneos matizados por la cercana frescura del océano encontramos una diversidad edafológica difícilmente replicable en otras zonas productoras por prestigiosas que estas sean. Mientras en los fondos de valle encontramos texturas aluviales de cuyas viñas se pueden elaborar vinos más amables e inmediatos en cuanto a matices varietales se refiere, en el momento en el que nos elevamos sobre las laderas o nos movemos por las parroquias de la comarca como Chandoiro, Santa Cruz, Córgomo, Somoza, A Rúa... encontramos pizarras rojas, negras y azules, granitos, cantos rodados, entornos con mayor presencia de arcillas e incluso alguna veta caliza. Unos sustratos ideales para la elaboración de vinos cualitativos de una elegancia y finura digna de elogio, pero ante todo diferenciales.
Pero no queda aquí la cosa. Si a este panorama casi inabarcable en cuestiones de suelos le incorporamos las variables de orientación y altitud, las posibilidades se multiplican hasta la locura. A todos estos elementos debemos añadir el hecho de que la gestión del suelo para fines vitícolas en aquel territorio sigue el modelo del minifundio, por lo que en muchos casos el vino de una sola parcela se convierte en un hecho heroico y se ha de recurrir a la mezcla de ubicaciones, por lo que el enriquecimiento de matices es aún mayor. Como podéis deducir, todas las posibilidades que ofrece Valdeorras generan una complejidad extraordinaria que hay que saber manejar en la viña e interpretar en la bodega para presentarla tal y como es al consumidor en forma de vino.
En cuanto a variedades, seguro que estaréis pensando en la archiconocida Godello. Aunque la encontramos en regiones cercanas, ha sido fundamentalmente en Valdeorras donde ha adquirido esta fama que ya ha traspasado fronteras y en casa se la trata como una uva blanca de postín. Sus vinos abarcan tanta diversidad de matices y expresiones como terruños nos encontramos en esta comarca de larga tradición vitícola. Pero Valdeorras no solo es Godello. En blancas la acompañan Doña Blanca y Palomino Fino, mientras que en uvas tintas nos encontramos a la Mencía que, aunque hoy es mayoritaria, hace décadas convivía con otras como la Garnacha Tintorera, Brancellao, Merenzao, Grao Negro... Estas variedades de menor presencia están despertando el interés de varios elaboradores por el mismo motivo que venimos argumentando sobre la actividad vitícola de Valdeorras: su enorme riqueza y complejidad del paisaje.
En esta cata hemos querido enseñar ambas facetas de esta Denominación de Origen: la blanca y la tinta, para que entre ellas comprobéis que aquel rincón de Galicia es una suerte de El Dorado del vino, con la diferencia de que en este caso es tan real como la vida misma: los que crean leyenda son sus vinos.