- Antonio Candelas, Foto: Miquel Frances / Bodega Los Frailes
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- 2024-06-03 00:00:00
Entre los elementos identitarios que mejor definen la Comunidad Valenciana, la música está entre los que le confieren una mayor personalidad. Tanto, que de alguna forma trasciende a los vinos que se elaboran en todo aquel territorio vitícola, otro de los productos que más arraigo tienen en este territorio que mira al Mediterráneo.
En toda expresión del rico patrimonio cultural valenciano, la música interviene de una manera protagonista. Se trata de un componente que acompaña a su sociedad en los momentos de mayor fervor festivo, pero también en los más cotidianos. Esa omnipresencia musical enraíza en la tradición valenciana como lo hace la vid en los territorios donde se cultiva desde hace siglos y, ambos, música y vino, acaban confluyendo para formar parte del preciado estilo de vida mediterráneo.
Qué duda cabe de que es el mar el que capitaliza la influencia en los vinos de esta Comunidad Autónoma, pero cada territorio, cada ubicación expresa unos matices que la diferencian de las demás. Mientras que la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena es el mejor exponente de un territorio vitícola de interior con la riqueza que le confiere su condición limítrofe con la meseta, la D.O.P. Valencia y la D.O.P. Alicante expresan su mediterraneidad con caracteres completamente diferentes. Y es que en cada lugar se cultivan unas variedades y, por lo tanto, se produce un estilo de vinos que nos habla de esa diversidad de relieve, de paisaje o de prácticas vitícolas.
La tinta Bobal ejerce orgullosa su papel de solista en Utiel-Requena y es la responsable de rosados frescos y frutales, pero sobre todo de tintos de gran nobleza, verdaderos transmisores del paisaje mediterráneo y con un potencial de envejecimiento aún por descubrir. Sin embargo, cuando nos acercamos a la D.O.P. Valencia nos sorprende un bonito eclecticismo donde se fusionan diferentes estilos y sonoridades gracias a su estructura dividida en subzonas. Podemos encontrar vinos de montaña en la zona del Alto Turia de gran interés enológico actual o amables moscateles tocados por la brisa del mar, sin olvidarnos de la subzona Clariano, donde el municipio Fontanars dels Alforins juega un papel principal en el desarrollo de la viticultura de la zona.
En cuanto a denominaciones de origen se refiere, la de Alicante es la más meridional de la Comunidad y tiene una apasionante historia a sus espaldas. Las ocho comarcas en las que está dividida, en las que la Monastrell y la Moscatel de Alejandría son predominantes, nos dan una idea de las diferencias existentes entre el interior y la costa. Además de contar con una joya enológica como es el fondillón, que merece capítulo aparte.
La diversidad vitícola no concluye con las denominaciones de origen. No debemos olvidarnos de los vinos de pago, que actúan como solos de instrumentos destacados en un conjunto musical. Cada viñedo cuenta su propia historia a través de vinos singulares, creando un discurso que habla del terruño y de la pasión de sus creadores. La Comunidad Valenciana, a día de hoy, cuenta con cinco: Vera de Estenas, Chozas Carrascal, El Terrerazo, Pago de Tharsys y Los Balagueses.
Al igual que ocurre con la música, en esto del vino siempre hay intérpretes independientes, y la Comunidad Valenciana también alberga un buen números de interesantísimos elaboradores que desafían las convenciones y exploran nuevos territorios de expresión. Algo así, por seguir con el símil musical, como las improvisaciones en un jazz lleno de creatividad y, por qué no decirlo, de riesgo.
Como supongo que sabréis, este rincón del Mediterráneo es uno de los más apasionantes de visitar, pero también de beber, porque no solo hay diversidad e identidad en sus vinos. El verdadero valor radica en cómo sus habitantes lo incorporan a su estilo de vida, uno de los más aclamados y envidiados del mundo, en el que vino y música se complementan desde hace siglos.