- Antonio Candelas
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- 2024-12-16 00:00:00
Llevamos tiempo trabajando en esta selección de vinos con el objetivo de que os llegue justo a tiempo para recomendar, regalar y disfrutar en las próximas semanas repletas de reuniones familiares y brindis. Como veréis, el criterio ha sido el de la diversidad. Hemos querido mostrar multitud de estilos, zonas, precios... para que seáis vosotros los que dirijáis vuestra propia elección.
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo el sector del vino en España ha emprendido un apasionante camino hacia la diversidad, adaptándose a los gustos cambiantes de un público cada vez más conocedor, amplio y diverso. Desde las tradicionales bodegas familiares que han mantenido prácticas centenarias hasta los innovadores productores que experimentan con variedades rescatadas o adaptadas al contexto climático actual o aplican técnicas novedosas que favorecen perfiles de vino más accesibles, la oferta vinícola se ha expandido para reflejar las ricas identidades de cada región.
En esa realidad dinámica del sector, la diversidad ha demostrado ser uno de los pilares fundamentales que lo sustentan. Un aspecto destacado de esta diversidad lo encontramos en la labor de los pequeños productores, que han optado por una producción limitada, centrada en la calidad y la identidad de su terruño. Estos viticultores, a menudo arraigados en sus pueblos, ven en la elaboración de vinos una forma de revitalizar sus comunidades y ofrecen productos que son auténticas expresiones del paisaje y la cultura locales.
Estos vinos de escasa producción tienen un carácter singular que los distingue. Con una atención meticulosa a los detalles y un enfoque en prácticas sostenibles, estos pequeños productores crean vinos que cuentan historias y reflejan la herencia vitícola de su región. Son testimonio de su entorno, una manera de conectar a los consumidores con la tierra y la tradición. Al elegir estos vinos, no solo se apoya a un pequeño productor, sino que también se fomenta el desarrollo de las economías locales y se preservan prácticas culturales valiosas.
Por otro lado, existen bodegas que ofrecen una perspectiva más global del vino y presentan opciones que satisfacen estilos más democráticos sin comprometer la calidad. Estas bodegas pueden acceder a una amplia variedad de mercados y ofrecer vinos que equilibran la tradición con la innovación. Sus productos son accesibles y versátiles, perfectos para compartir en celebraciones o en momentos cotidianos.
Esta coexistencia de modelos productivos no es una competencia, sino una sinergia que enriquece el sector. Juntos, aportan una riqueza de opciones que satisfacen la diversidad de gustos y recursos económicos. Qué duda cabe que no solo los gustos y los momentos de consumo influyen a la hora de elegir el vino, y más en estas fechas navideñas que se avecinan. No todos los bolsillos son iguales ni las prioridades las mismas y, ante estas diferencias, el sector del vino también tiene respuesta y es capaz de ofrecer soluciones: desde el vino más especial y exclusivo que se convierte en el protagonista de una cena al más alto nivel hasta el vino asequible que acompaña una entrañable comida familiar o una reunión entre amigos. Lo más hermoso de toda esta diversidad radica en que cada elección contribuye a construir un sector robusto, dinámico e imperecedero.
En esta última cata del año, que resulta ser la más especial, queremos rendir homenaje a esta filosofía inclusiva, donde cada vino, ya sea de producción limitada o global, se suma en cualquier caso al disfrute de la gastronomía. El acto del brindis y el compartir una copa son tradiciones profundamente arraigadas en nuestra cultura, y el vino, en todas sus expresiones, es el hilo conductor que nos une en torno a la mesa. Esperemos que 2025 sea el año del reconocimiento del vino como verdadero e insustituible elemento de cohesión rural, de equilibrio entre la rentabilidad económica y la sostenibilidad del paisaje y, sobre todo, de catalizador de los buenos momentos que el ser humano vive en sociedad.