- Antonio Candelas
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- 2025-03-27 00:00:00
Más de 300 bodegas son las encargadas en la Ribera del Duero de dar voz a las más de 26.000 hectáreas de viñedo que se distribuyen a lo largo de un territorio cada vez más interesante por las particularidades concretas de su entorno. Este es quizá el momento más emocionante de una denominación de origen que nació hace 42 años... y lo vamos a catar.
L a D.O.P. Ribera del Duero ha experimentado una transformación notable en los últimos años. Si bien en el pasado predominaba una clara vocación de estilo en sus vinos, hoy la región ofrece una diversidad fascinante en cada interpretación de la zona. Esta evolución ha permitido reflejar con mayor fidelidad los distintos paisajes, suelos y microclimas que caracterizan esta histórica zona vitícola. La riqueza geográfica y climática de la Ribera del Duero está jugando un papel fundamental en esta variabilidad, lo que se traduce en vinos altamente diferenciados.
Tradicionalmente, los vinos de la D.O.P. Ribera del Duero seguían un esquema basado en las categorías de envejecimiento: roble, crianza, reserva y gran reserva. Aunque estas clasificaciones siguen siendo fundamentales en la región –con vinos con una personalidad muy bien identificada–, en la actualidad hay una creciente apuesta por interpretaciones más singulares en las que viticultores y enólogos buscan expresar las particularidades de cada ubicación. La diversidad geográfica de la región, que abarca las provincias de Soria, Burgos, Valladolid y una pequeña parte de Segovia, se refleja en los vinos de cada zona.
Uno de los factores más relevantes para entender esta diversidad es el complejo entramado de suelos y microclimas que define la Denominación. En la región, el curso del río ha ido creando a lo largo de la historia una combinación crucial entre suelos, altitudes y orientaciones que juegan un papel decisivo en la expresión de las variedades de uva, especialmente la Tempranillo. Los suelos calcáreos aportan finura y estabilidad a los vinos, y favorecen una maduración lenta y equilibrada de la uva, lo que se traduce en una mayor capacidad de envejecimiento y complejidad en los vinos.
El páramo, una de las formaciones geográficas más características de la D.O.P. Ribera del Duero, también tiene una influencia decisiva en la calidad de los vinos. La región se extiende a lo largo de un territorio elevado, donde el altiplano que forma el páramo alcanza altitudes superiores a los 900 metros sobre el nivel del mar. Este relieve elevado tiene un impacto directo en los microclimas, ya que propicia temperaturas más frescas durante la noche y días cálidos y soleados, lo que contribuye a una amplia oscilación térmica que favorece la acumulación de aromas en las uvas. Los vinos provenientes de estas altitudes elevadas suelen destacar por su frescura y un potencial aromático de gran autenticidad.
La D.O.P. Ribera del Duero es estrecha y alargada, y se vertebra a lo largo del río, lo que da lugar a una diversidad en las orientaciones de las viñas y la naturaleza de los suelos, más pedregosos cuanto más cerca nos encontremos del cauce del río o más calizos si nos elevamos hacia el páramo, con texturas arenosas como las que encontramos en Soria. Los viñedos situados en las zonas más altas y orientadas hacia el norte suelen producir vinos más enérgicos y frescos, mientras que aquellos en las zonas más bajas y soleadas pueden generar vinos con mayor concentración, potencia y estructura.
Esta diversidad de suelos, altitudes y orientaciones, junto con la riqueza mineral y la variabilidad climática, permite explorar una gama impresionante de estilos y perfiles. Desde los vinos que reflejan las características específicas de localidades y pequeños parajes hasta los de parcela, que enfatizan la singularidad de una viña en particular. Además, no hay que olvidar otra muestra de dinamismo y es que el resurgimiento del clarete en la región ha sabido evolucionar sin perder su esencia histórica y cultural.
Actualmente, los vinos de la Ribera del Duero son una representación fascinante de su diversidad geográfica, con una riqueza expresiva en la que caben los grandes clásicos y las interpretaciones que se centran más en la expresión de ubicaciones más concretas.