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El estilo acuñado por Alejandro Fernández es personalísimo, inconfundible. Pero no tiene nada que ver con la homogeneidad, sino que cada una de sus cuatro bodegas, nacidas al calor de Pesquera y que hoy flanquean las dos Castillas, elabora exactamente “lo que da la tierra”, el intenso, profundo y único sabor de cada suelo, cada geografía. Y todo con la misma uva, la tempranillo, con sus distintos apelativos regionales. Condado de Haza es una preciosa finca en leve pendiente, de modo que desde las ventanas de la bodega, desde el comedor, la vista se deja caer perezosa hasta la misma ribera del Duero, hasta los chopos de la orilla. Pero lo que hoy constituye una estructura sólida, única, se ha gestado desde los años ochenta como un complejo rompecabezas a base de parcelas minúsculas, muchas abandonadas por su baja productividad y por su distancia al pueblo, que no justificaba siquiera el viaje. Con tesón y paciencia de buen negociador, Alejandro ha conseguido sumar 200 hectáreas. La visión que le hizo elegir ese territorio, la combinación de suelos diferentes, gravas, arcillas y calizas, ha dado el fruto esperado. Como también la localización junto al curso del agua, que durante el invierno, cuando las cepas duermen, esparce humedad y neblina, y que al despertar de la primavera convierten en un vergel florido ese jardín que es la viña. Quizá ese trabajo sea el más puntilloso, el de desbrozar y limpiar el campo, el de podar las ramas floridas, los brotes, para controlar la producción en la medida exacta. Eso y una madurez perfecta lo han convertido en un vino de altura, tanto que fue seleccionado por Iberia para acompañar sus menús y el 2006 ha sido elegido Mejor Tinto del Mundo servido en clase Business. Haga su cata y mande el resultado a nuestra redacción -Camino de Húmera, 18-E. Colonia de Los Ángeles. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)- o rellene el formulario on-line en www.mivino.info. Los cinco mejores catadores recibirán en su domicilio una caja con seis botellas de esta prestigiosa bodega.