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La familia Frutos Villar es cepa vieja con muchas ramas, lleva afincada a la tierra desde tiempo inmemorial, como ocurre en estas tierras castellanas donde el vino fue alimento cotidiano, reserva doméstica tan importante como el pan y el trigo en la despensa.
Cultivaban uva y hacían vino con la misma naturalidad con la que se cocina a diario. El salto, el cambio, vino en forma de una bodega profesional y amplia en la villa de Cigales. Fue por 1960 y su tiempo correría en paralelo con el nacimiento de la Denominación de Origen, a la que apoyaron, como pioneros, desde antes de su fundación.
Desde entonces, el grupo se ha situado, además de en Cigales, en otras tres denominaciones de origen de la zona: Rueda, Ribera del Duero y Toro. Y sus vinos han llegado hasta China.
En la Denominación de Origen Cigales, Frutos Villar cuenta con 105 hectáreas de viñedo propio, plantadas con las variedades Tempranillo, y algo de Verdejo, Albillo y Viura, que se cultivan sobre tierras de secano con suelos profundos y arenosos y han cumplido ya 20 años; incluso 15 hectáreas tenen más de 80 años de antigüedad. Además, recibe la producción de 150 hectáreas de más de 40 años propiedad de pequeños viticultores que, vendimia tras vendimia, desde la instalación de la firma en Cigales, suministran su uva a la bodega.
Cigales, que ahora también nos regala grandes tintos, siempre fue tierra de fantásticos rosados, y este varietal de Tempranillo, macerado 12 horas, desde luego hace honor a su historia.