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La materia prima en la bodega es sobre todo la Verdejo, uva propia que crece en 45 hectáreas de viñedo repartido por diferentes ubicaciones y otra seleccionada de productores vecinos. La ayuda tecnológica es moderna y racional, la que requiere el enólogo, Javier Lorenzo, también de la familia, para extraer y conservar los intensos aromas naturales de la Verdejo y construir vinos alegres, afrutados y a la vez con carácter. En sus manos y con su conocimiento, se ha ampliado el catálogo de la bodega con espumosos, rosados y tintos con y sin crianza amparados por la D.O. Rueda, recuperando así la historia ancestral de los tintos de Medina, remozados con una frescura actual donde la madera, barricas de buenos robles, no eclipsa la fruta, en su mayoría Tempranillo con el aporte de algo de Garnacha vieja y más nuevas Merlot y Cabernet Sauvignon.
Para los blancos, además de la ubicua Verdejo, se plantaron en 1988 10 hectáreas de Sauvignon Blanc en espaldera, en un terreno de superficie arenosa que contrasta con la imagen general del territorio, muy pedregoso y calizo. La Viura, sin embargo, vegeta desde hace 20 años plantada en vaso y en tierra más arcillosa, salpicada de cantos rodados.
Con esa urdimbre se tejen los Martivillí, como este Verdejo 2013 que nació en un año donde la lluvia, caprichosa, no se dejo ver hasta la vendimia, en septiembre y octubre. Aun así, para preservar los racimos del calor, la vendimia se realizó de noche y, por supuesto, fermentó a temperatura comedida. He aquí el resultado.