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De racimos pequeños y piel gruesa, la Tinta de Toro es una uva conocida por su gran concentración de color y su peculiar aroma, que recuerda a violetas y a fruta fresca. Se tiene poca información sobre esta variedad, típica de la región zamorana, pero lo que sí sabemos es que da lugar a vinos contundentes y directos, tintos intensos que adoran la compañía de carnes rojas y quesos curados. Vinos que enamoran. Eso fue lo que les pasó a Roberto San Ildefonso y a su hermano Javier cuando llegaron a Toro en 1998 tras recorrer distintas zonas vitivinícolas. Cayeron rendidos ante los encantos del potencial de la uva que encontraron allí. En los últimos años, la pasión también ha contagiado a su hija Paloma, y ahora la familia trabaja unida para elaborar vinos elegantes con personalidad propia a partir de una Tinta de Toro excepcional. Nada más elaborar su primera vendimia, Sobreño empezó a ser conocida como la nueva estrella del Duero. "Cuidamos la elaboración con mimo y esmero desde el principio, desde el campo", aseguran. Y lo hacen a partir de 80 hectáreas de viñedo, la mitad con viñas de más de 35 años y una cuarta parte certificada en ecológico. En bodega, la tradición y la sostenibilidad que conforman su filosofía en el cuidado de la vid comparten terreno con el uso las últimas tecnologías. Para Finca Sobreño Crianza, las uvas se seleccionan rigurosamente, se despalillan y se maceran en frío durante cuatro días a 10 ºC antes de la fermentación. El periodo total dura aproximadamente 20 días. Después, el vino se somete a una crianza de ocho meses en barrica de roble americano de menos de cuatro años, buscando el equilibrio entre madera y fruta. Por último, descansa al menos seis meses en botella antes de salir de la bodega. Sin dar demasiadas pistas, el resultado es un vino intenso en aromas, donde los frutos negros se entremezclan con los tostados del roble y dejan entrever un fondo balsámico y especiado. En boca se muestra carnoso, largo y persistente. Un vino capaz de romper corazones.