- Redacción
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- 2003-02-01 00:00:00
Desde que nació, su entorno vital ha sido el vino. Su experiencia en los campos de la enología, ventas, marketing y dirección le convierten en un todo terreno capaz de salvar bodegas y llevarlas a la cima, como es el caso de Lan, un milagro de eficacia empresarial. Se hizo cargo de una bodega en estado comatoso, con la imagen por los suelos y un botellero lleno de vinos mediocres, y la convirtió a los seis años en un ejemplo de instalación vinícola moderna, dotada de los mayores adelantos tecnológicos, con una nave de barricas impresionante, el control de recepción de uva más riguroso: es sólo uno de los méritos de Javier Echarri, el hombre providencial que salvó a Bodegas Lan de un lento pero imparable descenso a los infiernos. Más fundamental resulta el haber sido capaz de elaborar alguno de los mejores vinos de España, con cimas enológicas como «Culmen», por no hablar de sus más modestos «Lan» y los soberbios «Viña Lanciano». Una labor de titanes que se refleja en un dato significativo: ha conseguido que Lan sea la bodega con mayor número de vinos altamente calificados de la Guía Peñín. Lamentablemente, la compra de Bodegas Lan por un grupo inversor ha tenido como consecuencia que Javier Echarri abandone la empresa a la que ha dedicado, en cuerpo y alma, más de una década de su vida profesional. Una vida que tiene otros hitos. Como su trabajo en la dirección comercial de Bodegas Olarra en su primera andadura. Ahora le llueven las ofertas, diversas empresas se pelean por tenerle en su staff directivo. Javier Echarri mira el pasado glorioso sin nostalgia, pero orgulloso: «Dejo en el botellero vinos excelentes, y no en cantidades simbólicas, sino muchos miles de botellas. Ellas seguirán hablando por mí durante muchos años». ¿Y qué espera del futuro? Mi futuro está en el mundo del vino. Hay tres ofertas que estoy estudiando, pero mi objetivo principal es trabajar en una empresa en la que tenga participación. Me gustaría dirigir un proyecto con bodegas en varias zonas vinícolas. Bodegas pequeñas que tengan viñedo propio. En la viña se forja el buen vino. Efectivamente, y depender demasiado de la uva que te llevan a la bodega es arriesgado, por muchos controles que pongas. Demasiadas veces hay que desechar el vino una vez elaborado porque no da la talla, pese a que la uvas las has pagado como si fueran de primera calidad. Para mí es imprescindible contar con viña propia porque es la única manera de funcionar con libertad y lograr unos vinos originales. Pero una bodega con suficiente viña propia es todo un lujo en nuestro país. También me atrae mucho la idea de hacer vino de pago, aunque haya que prescindir del amparo de una Denominación de Origen, porque para elaborar un buen vino no hace falta estar en una D.O. En algunos casos puede ser incluso imprescindible. ¿Cuáles son las zonas vinícolas más interesantes para conseguir su objetivo? Navarra, Rioja, Ribera del Duero y Somontano. Sobre todo las dos primeras. Para mí en Navarra es donde está presente la mejor viticultura de España, con viñedos bien situados, cuidados, variedades muy interesantes... Tiene un potencial tremendo, sólo hay que eliminar lo que se está haciendo mal y emerger como zona vinícola de primera línea. En cuanto a Rioja, la conozco bien, y pienso que precisa de una revolución, cambiar muchos planteamientos, volver a hacer bien las cosas, empezando por el cuidado del viñedo, con rendimientos controlados, y acabando por una enología moderna. Rioja es un mundo, con abundantes vinos mediocres y un grupo de vinos excelentes. Sí pero, pese a la aparición de grandes vinos en los últimos años, Rioja quizá no está en su mejor momento. La superproducción de los últimos años ha puesto en entredicho la calidad de los vinos de esta Denominación de Origen. ¿Cree que Rioja ha perdido competitividad en el mercado y credibilidad frente al consumidor? No, lo que yo creo es que ha ganado credibilidad como zona vitivinícola porque ahora se hacen, en general, mejores vinos, y por la masa crítica de su gran producción, que es de mucho peso. El problema surge cuando se tiran los precios por conseguir unas ventas fáciles y obtener recursos económicos rápidos. Rioja debe venderse por Rioja, a un precio real, que es el que está dispuesto a admitir el consumidor. Lo que ocurre es que Rioja es atípica. El mayor parque de barricas del mundo está allí, pero más del 50 por ciento de las ventas de esta zona es de vino joven. La reacción o la revolución de la que yo hablo debe empezar en el agricultor, en su forma de trabajar la viña y de seleccionar la uva. Los viticultores deben concienciarse de que necesitamos producciones moderadas porque Rioja necesita una gran añada. Lograr que exista un «justiprecio» a la hora de vender esa uva, donde todo el mundo pueda ganar dinero. Hay que primar la calidad, que es lo que en definitiva interesa a todos. Y luego ofrecer unos vinos a buen precio porque su personalidad y carácter lo valen. ¿Cómo cree que debe ser ese vino, esa personalidad? La personalidad la marca el viñedo, el suelo y las variedades, por eso siempre digo que la enología comienza en la viticultura. Con esta base hay que elaborar los vinos que demanda el consumidor, y cuanto más exigente sea éste mejor haremos los vinos los bodegueros. La clave está en conseguir vinos elegantes, y eso se logra aportando estructura y equilibrio en cada elaboración. ¿Cuál es su vino ideal? Mi vino ideal está entre un crianza y un reserva. Es decir, un vino que tenga la crianza que el vino pida, la justa, que no es la misma según qué zona, variedades, añada... Un envejecimiento en barrica de roble de calidad, marcado sólo por el propio vino, no por restricciones impuestas por un reglamento o por unos periodos de crianza demasiado rígidos. Hay que tener en cuenta que el impacto de la madera en el vino es definitivo en la percepción de su calidad. No puede ser excesivo, ni tampoco demasiado corto, sino el imprescindible para que la frutosidad gane en complejidad y el vino quede mejor armado, con más futuro. ¿Sigue siendo incompatible la cantidad con la calidad? El secreto de la calidad está en la uva, no en comercializar grandes volúmenes. La calidad no está reñida con el volumen siempre que, como he comentado antes, la enología empiece por la viticultura. Mi experiencia en bodegas de alta producción me lo ha demostrado, y ahí está una serie de grandes vinos, joyas enológicas, elaborados por grandes grupos que gozan del beneplácito del consumidor y de toda la crítica especializada. ¿El consumidor se guía más por la marca, la variedad, la zona... a la hora de comprar un vino? Cada vez hay más cultura de vino y se exige más. La manera de captar al consumidor es con vinos elegantes. Creo que el atractivo principal es la marca, no las variedades o una zona determinada. El reclamo comercial lo consigue una marca independientemente que esté en Rioja, Ribera, Priorato o donde sea. Mantener esa marca y la fidelidad del consumidor conllevan una filosofía productiva seria, con una selección de las mejores cosechas y unas prácticas enológicas innovadoras. Pero el mayor defecto de nuestros vinos es que no sabemos venderlos. No se puede ir con la cabeza gacha en el mercado. No somos competitivos por culpa de un falso complejo de inferioridad. Tenemos grandes vinos, al mismo nivel o mejor que otras zonas productoras, sólo hay que creérselo y actuar. Acomodarse al gusto internacional y dejarse de complejos. n Javier Echarri Javier Echarri presume con orgullo de sus raíces navarras y su formación en el seno de una familia bodeguera. Estudió Enología, aunque para muchos es desconocido este dato porque, tras unos comienzos como técnico en varias empresas como Vinícola Vizcaína o Agrovin, su nombre se ha relacionado más con cargos directivos en firmas de reconocido prestigio como Olarra, Age o Lan. Todo lo vivido le ha curtido bien y le ha permitido conocer en profundidad el complicado entramado vinícola español, sobre todo el de La Rioja. Ahora su prioridad es poder participar en algún proyecto donde comprometerse e implicarse personalmente. Considera que mientras el peso de grupos financieros en el mundo de las bodegas supere al de los autores del vino, las bodegas no funcionarán, al menos desde un punto de vista enológico. La libertad para crear y extraer calidad son sus axiomas básicos: sólo así es posible sorprender al consumidor. Piensa que para elaborar grandes vinos no hace falta estar en una D.O. Lo único fundamental es contar con un buen viñedo, a ser posible propio. Y a partir de ahí todo puede conseguirse.