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Christian Moueix, ¿es Pétrus un «vino de garaje»?

  • Redacción
  • 2002-12-01 00:00:00

Christian Moueix es una de las personalidades más relevantes del vino de Burdeos y, al mismo tiempo, su propio competidor, puesto que posee châteaux como Pétrus o Trotanoy, famosos en el mundo entero. Barbara Schroeder habló con este enólogo, tan esquivo a la prensa. Christian Moueix pertenece a esas ilustres personalidades de la región bordelesa, cada vez más raras, garantes de un estilo... Yo no me considero una personalidad de Burdeos. Ese título más bien lo habría merecido mi padre. Tuve la suerte de que mis padres me confiaron fincas de renombre. Me siento responsable de ellas. En lo que respecta a los vinos, no quiero aparentar falsa modestia: le hemos plantado cara a los estilos modernos que pretendían ir en otras direcciones y nos hemos mantenido impertérritos en el camino clásico. Nos hemos convertido en una especie de garantes del clasicismo. La fama de Burdeos es muy envidiada: una y otra vez se copian sus vinos. ¿Cómo ve la posición de Burdeos en el mundo? Conforme aumenta mi experiencia profesional, estoy llegando a la conclusión de que Burdeos es inimitable, incluso insustituible. Sus vinos tienen la mayor nobleza y raza, la mayor complejidad y finura. Aunque sólo en los años buenos, y precisamente esto es nuestro talón de Aquiles. En Burdeos, cada cosecha se rige hasta el último minuto por el factor de riesgo, en el límite de la fragilidad. De esta incertidumbre puede surgir algo grande. ¿Qué hacer en los años más flojos? Habría que embotellarlos como «Bordeaux générique» (calidad a granel) o como vinos de marca. Antes, el comercio tenía la posibilidad de mezclar los vinos. Actualmente no está permitido. Se trata al comercio como si fuera un cubo de basura. Sólo le dan lo que ya no quiere nadie. ¿La técnica moderna no permite equilibrar las irregularidades climáticas? En absoluto. Como mucho, hay modos de compensar un poco las anomalías de la naturaleza en el viñedo o en la bodega. La solución más natural es actuar en el viñedo. ¿No fue usted el que introdujo la técnica de seleccionar a principios del verano (la llamada vendimia verde)? Muchos se adjudican la paternidad de este procedimiento. Yo lo empleé por primera vez en el año 1973, de tan abundante cosecha. En julio me di un paseo por los viñedos y vi una enorme cantidad de uva. Me pareció sensato eliminar una parte antes de la vendimia. Prefiero callarme las críticas generalizadas que tuve que oír... Actualmente realizamos una vendimia verde en junio y una «toilettage» en agosto, poco antes de la vendimia, en la que se eliminan todas las uvas malas. Vinicultores como Alain Vauthier, de Ausone, cultivan ya desde hace algunos años de manera natural. Corren rumores de que usted trabaja en Pétrus según fundamentos similares. Aún hace pocos años teníamos unas veinte fincas vinícolas de nuestra propiedad, entre ellas una que cultivamos biodinámicamente, a título experimental. Esta finca ha sido vendida. Durante un tiempo, la biodinámica nos ayudó a reconocer los errores cometidos en los años setenta. Entonces, ¿ha retirado usted de Magdelaine a su legendario caballo? ¡Naturalmente que no, el caballo sigue vivo! No se deben infravalorar las ventajas de los caballos para la explotación de un viñedo: los suelos quedan menos aplastados que con las máquinas. Pero en Pétrus, con sus suelos pesados, los caballos no son adecuados. ¿Qué opina usted de los llamados «vinos de garaje»? ¿Se podría considerar que Pétrus, con su mínima edición, es uno de ellos? No, estoy seguro de que no. Contestaré a la primera parte de la pregunta con una cita de Carlos I de España y V de Alemania cuando visitó la catedral de Córdoba, construida dentro de una mezquita: «Habéis destruido algo único en el mundo para construir algo que puede verse por todas partes». Lo que me molesta de los vinos de garaje no es la pequeña cantidad, sino la falta de tipicidad. En un terruño mediocre, con mucha técnica, se hace un vino que recibe calificaciones sin ser notable. Personalmente, prefiero la expresión auténtica de un gran terruño. Los vinos de garaje no me son gratos al paladar. ¿Y qué opinión le merece el Le Pin? ¿Compite con Pétrus por el estrellato? Le Pin es lo mejor que nos ha podido pasar en los últimos veinte años. Nos obliga a no dormirnos en los laureles. Lo vinifica la familia Thienpont, altamente cualificada, con la que tenemos excelentes relaciones. En el tira y afloja entre el comercio y los châteaux, la empresa Jean-Pierre Moueix tiene una posición especial. En el volumen de ventas de su Casa, ¿qué parte suponen sus propios vinos? La parte de vinos propios supone sólo un 20%. Pero mi padre previó desde muy pronto que el futuro pertenecía a la finca vinícola. Y en ello radica hoy nuestra fuerza. Ser propietario y comerciante al mismo tiempo tiene dos grandes ventajas: tenemos una comprensión mejor del mercado y tenemos asegurado un 20% del volumen de ventas cada año. Pero esto sólo es posible porque nos movemos exclusivamente en el nivel superior. ¿Ese planteamiento explica la reciente venta de varias fincas? Pues sí. Yo quería concentrarme en la calidad superior. Antes, algunos de los viñedos llegaban a distar hasta 50 km. el uno del otro: hoy, sólo cinco. ¿No debería darse el paso de separarse de terruños mediocres en todo Burdeos? Estoy firmemente convencido de que habría que arrancar parte de las cepas de la región bordelesa urgentemente. Pero el problema es el mismo en todo el mundo: se han plantado zonas que no son apropiadas para las cepas. Los vinos de esas regiones actualmente están inundando el mercado. Lo cual provocará una crisis cuyas dimensiones aún no podemos ni imaginar. Usted conoce California mejor que nadie. En Napa Valley, hace veinte años, dio la vida a la bodega Dominus Winery. ¿Podría decirnos algunas palabras al respecto? Nunca hablo sobre Dominus. Ella es mi bailarina. ¿Y sobre Hosanna, en Pomerol, la segunda bailarina? Estoy entusiasmado con el proyecto Hosanna. Se trata de un terruño excelente que adquirimos en 1999. Los vinos muestran una elegancia fuera de lo común, una feminidad con la que hace tiempo que soñaba. Para la construcción de la bodega en California contrató usted a los arquitectos suizos Herzog & de Meuron. ¿Qué es lo que más valora de su arquitectura? El minimalismo. Nada es superfluo. Como coleccionista y amante del arte contemporáneo, ¿ve usted una relación entre el arte y el vino? ¿Pétrus es una obra de arte o un producto de consumo? El vino es un producto de consumo que estimula los sentidos y da alas a los pensamientos. El vino nos arranca de la realidad. Nos inspira, ése es su paralelismo con el arte. ¿Qué es lo que más le inspira a usted del vino? ¿El origen? ¿La añada? ¡La delicadeza! Conforme me voy haciendo mayor, aprecio cada vez más los aspectos aéreos de un vino. Datos y hechos Christian Moueix nació en 1946 en Libourne, a orillas del Dordoña, a unos 50 km. de Burdeos. Allí sigue estando la sede de la Casa comercial. Estudió ingeniero agrónomo, también en América. En 1970 se incorporó a la empresa de su padre, Jean-Pierre Moueix, de la que es responsable desde 1991. Son propiedad de esta Casa comercial diez conocidas fincas de Pomerol y Saint-Émilion, que juntas alcanzan alrededor de 80 hectáreas, entre ellas châteaux como Trotanoy, Magdelaine y Pétrus. En Napa Valley, Christian Moueix produce el conocido vino superior Dominus. La última aventura de este enólogo amante del arte: el Pomerol Hosanna, vinificado con cepas del Château Certan Giraud, adquirido en 1999.

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