- Redacción
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- 2006-12-01 00:00:00
Para la regatista olímpica el hecho de que la Copa del América 2007 se celebre en Valencia es una oportunidad única de potenciar y popularizar el deporte naútico español, envuelto en una aureola elitista. Siente pasión, junto con el mar, por el vino y su cultura del que pregona a los cuatro vientos sus excelencias y virtudes saludables. Valencia, y por extensión España, se enfrenta en el 2007 a un verdadero reto deportivo, social y económico: la «America’s Cup», conocida por muchos como el «Santo Grial de las regatas». La Copa del América se diferencia de otras regatas internacionales por ser más que una mera competición deportiva. Su espíritu es el de un duelo, la respuesta a un desafío. En la última edición, celebrada el año 2003 en Auckland (Nueva Zelanda), resultó vencedor el sindicato Alinghi de Suiza, que devolvió a Europa la copa tras más de 150 años de historia. Dado que las regatas deben celebrarse, como es obvio, en mar, la Sociedad Náutica de Ginebra, club al que pertenece el equipo Alinghi, realizó una selección entre diversas ciudades europeas candidatas. El 26 de noviembre de 2003 este club anunció la designación de la ciudad de Valencia como sede de la próxima edición de 2007. Pese al festejo y despliegue de parabienes que esta noticia produjo, lo cierto es que destacados regatistas, ingenieros y diseñadores de nivel internacional españoles coinciden en que esta es una oportunidad única para desarrollar todo el potencial de la náutica en España; y que si no ocurre ahora no ocurrirá nunca. Este deporte adolece de una imagen elitista, incluso en el tratamiento informativo los patrocinadores de la Copa dan prioridad a publicaciones de moda, así como prensa amarilla y programas de «cotilleo». Sin duda es un auténtico reto, máxime cuando nuestro país ha vivido tradicionalmente de espaldas al mar. Así opina la regatista más laureada del mundo Theresa Zabell, campeona olímpica y del mundo en varias ocasiones, figura que ha dedicado más de 20 años al deporte de alta competición. Para los profanos, ¿qué es la Copa del América? Además de ser la reina de las regatas, en cuanto a lo deportivo podíamos compararlo con la Fórmula 1, donde más se invierte en I+D, de donde sale toda la tecnología que luego se aplica a otras modalidades de vela de alta competición y también en la industria náutica. Al igual que sucede en la F1, donde los avances conseguidos se trasladan a los coches de uso diario (neumáticos, suspensiones, sistemas de frenado...), la Copa es una gran competición tecnológica. Aquí la inversión en presupuesto para materiales e investigación es altísimo. ¿Cómo valora que la Copa vuelva a Europa? Es positivo para ese deporte en concreto y para todo el deporte en general. Es algo que hasta hace pocos años era impensable porque Europa siempre desafiaba pero siempre se quedaba muy lejos de alcanzarla. La casualidad de la vida: ganó un equipo suizo, de un país que no tiene mar, y se decidió que Valencia fuera el escenario. ¿España dará la talla como país anfitrión, a pesar de que este deporte náutico no tenga tantos seguidores? España ha vivido siempre de espaldas al mar. Hasta hace pocos años, Barcelona, por ejemplo, no tenía casi playas para disfrute de la gente, ocupada la costa por polígonos industriales. Con motivo de los Juegos Olímpicos se logró cambiar todo el paisaje y recuperar el mar para la ciudad. Ahora, en Valencia está pasando más o menos lo mismo. Valencia es uno de los puertos deportivos más importantes de España, además de contar con unas condiciones meteorológicas magníficas para un gran espectáculo como este. El impacto económico que sobre Valencia va a tener es impresionate. ¿Cómo lograr que la sociedad sea partícipe de este acontecimiento, y sacudirse la imagen de deporte elitista? Es uno de los grandes problemas de la vela. Aquí se considera un deporte inalcanzable, de ricos. Entre otras cosas porque la vela de barcos pequeños, o vela olímpica, prácticamente no ha existido en los medios de comunicación. Además, navega muy poca gente, aunque parezca increíble. En España hay un barco por cada 300 personas, en Francia uno por cada 60, en Nueva Zelanda o Australia uno por cada 5 ó 6. Incluso hay gente que te dice que no puede comprarse un barco porque no tiene amarre. Pero no lo necesitas. Fuera de España mucha gente compra barcos pequeños que no precisan un puesto de amarre. Lo subes a un carrito en el coche y te lo llevas a tu casa o lo metes en un garaje. Esto es muy desconocido para nosotros. Desde la Fundación Ecomar, que usted fundó y preside, ha intentado poner su granito de arena en dar a conocer la Copa del América entre los niños. Consideré que si en España se iba a celebrar una competición tan importante como ésta, tan atractiva entre los aficionados de otros países, era una pena que ni siquiera los niños supieran en qué consistía. Nadie puede llegar a disfrutar de lo que no entiende. ¿Por qué en España hay tantos seguidores del fútbol? Pues porque forma parte del día a día, con espacio fijo en todos los medios de comunicación. Todos sabemos y opinamos. De la Copa nadie opina porque nadie sabe de ella, no saben cómo funciona... Si la Copa que se celebrará en Valencia no sirve para que este deporte dé un salto de calidad y logre que la gente la viva e incluso se anime a practicar ese deporte, habrá pasado sin pena ni gloria, sin haber cumplido con su cometido ejemplificador. ¿Su objetivo prioritario, después de mucho navegar, es involucrar a los niños con el mar? Siempre me han gustado los niños. Cuando yo dejé la vela olímpica quería devolverle a la sociedad lo que ésta me había aportado en mis años de vida deportiva. Se me ocurrió poner en marcha esta Fundación e intentar que los niños aprendiesen, a través del deporte, a respetar y conocer el entorno marino. Cuando viajas fuera de España te das cuenta de que al mar se le respeta como una joya medioambiental que es, cuando aquí, hasta no hace mucho tiempo, lo teníamos como un basurero público. Pero usted nunca ha dejado de hacer deporte, y presume con orgullo de ser una gran aficionada al vino; incluso recibió el premio Prestigio Rioja por ser una valiosa embajadora de sus vinos por todos los confines del mundo ¿Es un buen tándem vino y deporte? Mi relación con el vino y con su cultura es diaria, es un mundo que me fascina. En la dieta que me ponían en el Centro de Alto Rendimiento me marcaban medio vasito de vino en la comida. No sólo estaba permitido, sino que estaba recomendado. Cierto que no hay que pasarse con la cantidad. Tomar un poquito cada día es saludable. Incluso en todas las competiciones en las que he participado siempre celebrábamos los triunfos con vinos de Rioja. He estado muchas veces en La Rioja visitando bodegas, el Museo del Vino... Es un mundo con una cultura muy saludable. En sus viajes por medio mundo ha tenido la oportunidad de probar muchos vinos. ¿Cuáles son sus favoritos? He probado y degustado muchos y muy afamados. En general me gustan más los vinos tintos que los blancos, aunque, por ejemplo, el Viña Mocén es uno de mis blancos favoritos. En cuanto a los tintos de los que más me gustan son los riojas, los crianza sobre todo. Con esta afición tan clara ¿ se le ha pasado por la cabeza, como a otros deportistas, la idea de ser bodeguera? El mundo del vino me gusta mucho, pero como aficionada. Sacar adelante una bodega requiere una inversión a muy largo plazo y eso lo puede hacer la gente con mucho dinero... y no es mi caso. Theresa Zabel Aunque inglesa de nacimiento, Theresa se siente malagueña de corazón y adopción, ya que fue en Málaga donde creció, se educó y se despertó en ella su profunda atracción por el mar. Con tan solo diez años asistía a su primer cursillo de vela en Fuengirola, y cuatro años más tarde manejaba un barco de la clase Europa. Desde ese momento comienza una apasionada e intensa carrera hasta subir a lo más alto del podio. Tiene un palmarés impresionante. Ha sido doble Campeona Olímpica de Vela (Barcelona 92 y Atlanta 96), logró cinco Campeonatos del mundo y tres europeos, es número uno del ranking mundial de vela y la regatista más laureada del mundo, entre otros reconocimientos. Tras su «retirada», nunca ha dejado de hacer deporte, fue elegida eurodiputada del Parlamento Europeo (1999-2004), donde trabajó en la Comisión de Cultura, Juventud, Educación, Medios de Comunicación y Deporte. En la actualidad, además de asumir retos como alcanzar la cima del Aconcagua (Argentina) o participar en competiciones de alto nivel en la modalidad de vela de crucero, preside la Fundación Ecomar, de la que es fundadora, cuyo objetivo principal es educar a los niños, de forma divertida, sobre el deber de conservar el medio marino y fomentar la cultura del mar.