- Redacción
- •
- 2009-05-01 00:00:00
«Me da cierta envidia el trabajo de los enólogos» En su profesión está considerado un rebelde, una fama que le llegó cuando creó su primer perfume para Rei Kawakubo, de la marca Comme des Garçons. Hemos entrevistado a este perfumista estrella, y hemos hablado con él de vino. En ocasiones se le califica de perfumista underground. ¿Por qué? La primera fragancia de Comme des Graçons, que creé hace aproximadamente diez años, en realidad no era un aroma, sino un acorde. El perfume era casi escandaloso, o al menos perturbador. Marcó mi carrera y mi estilo. La diseñadora japonesa Rei Kawakubo ha dicho que se ha hecho adicta a esa fragancia. ¿Cuándo se convierte un perfume en droga? Cuando es anguloso, nuevo y original. Hay que tomarse el tiempo de comprenderlo. En realidad, lo que hace usted es fijar situaciones vitales en fragancias. Llevo un diario. En él intento concretar impresiones aromáticas. Por ejemplo, cuando estoy de viaje y me encuentro con gente, en un tren en Japón o en el mercado del pescado. Ahora mismo podría reproducir unas noventa composiciones así. Sólo tendría que mandar hacer las mezclas. ¿Y, de repente, un perfume huele a garaje, a fotocopiadora o a keroseno? La cuestión es intentar mirar las cosas desde un ángulo nuevo en lugar de circular siempre por el camino de los clásicos franceses, ya tan trillado. Uno de sus últimos perfumes se llama English Breakfast. Eso suena a salchichas, judías, huevos fritos... No, huele a cajas de sushi. ¿Y eso? Viajaba muy temprano en el tren de alta velocidad a Kyoto, a las siete de la mañana. En el tren entraba un japonés tras otro, abría su caja del almuerzo y empezaba a comer sushi. Para desayunar. Ya en mi casa de Normandía, un día desayunando recordé de que no había redactado mis memorias de los olores de Japón. Me centré en aquel momento sushi en el tren, pensando qué nombre darle. Miré la mesa del desayuno y simplemente anoté: English Breakfast. De acuerdo, pero ¿cómo se puede meter sushi en un frasco de colonia? Hay sustancias sintéticas que, adecuadamente combinadas, huelen a eso: Florhydral®, Mefranal® y algunas más. Con ellas se puede reproducir bastante bien el aroma del yodo, el agua y un recuerdo de pescado. Los perfumistas podemos elegir entre una paleta de 1.800 productos; sabiendo trabajar con ellos, se pueden realizar innumerables variaciones. ¿Cuánto dura el proceso de elaboración de un perfume? Si no sale bien a la primera, nunca funcionará. Hay que tener la idea básica, el acorde principal; y si huele más o menos como la fragancia que uno se imagina, estará listo en un periodo de dos a cinco días. Pero si se trabaja en un proyecto de encargo para un cliente, el proceso de desarrollo se puede prolongar hasta un año y medio. Más o menos el tiempo necesario para hacer una botella de buen vino. ¿Podría usted reconstruir un vino olfativamente? El vino es complejo, sería todo un reto. Pero sea sincero: ¿a usted le gustaría ir oliendo a vino? Prefiero bebérmelo. Me dan cierta envidia los enólogos, en su trabajo con los aromas tienen la dimensión adicional del sabor. ¿Cuál es su relación con el vino? De niño, odiaba el vino. ¿Y por qué? Ya he logrado superar el trauma, pero lo sufrí hasta los veinte años. Vivíamos en Inglaterra. Mi abuelo siempre dejaba su copa de vino en el suelo y yo, de niño, gateaba por la habitación y me bebía el resto de vino dulce que había en la copa. Hasta que una vez me emborraché y después, en la bañera, vomité abundantemente. Entonces aborrecí el vino. ¿Y el final feliz? En mi casa de Normandía tengo una bodega con unas seiscientas botellas. Me gustan especialmente esos increíbles vinos de Francia. ¿Cuáles? Todo empezó con los vinos de Burdeos, a los parisinos les encantan esos vinos. ¿Y más exactamente...? Mis favoritos son los de Saint-Estèphe. Son vinos complejos, animales, consistentes. Cos d’Estournel, por ejemplo. Pero también Giscours o Latour son difíciles de superar. Para usted, ¿cuál es la variedad de uva que huele mejor? La Merlot. En realidad no soy un gran aficionado del vino blanco. Por supuesto, la aromática de un Sancerre o un Pouilly-Fumé, por ejemplo, es excelente, pero con frecuencia me resultan demasiado amantequillados. Y si son secos, tampoco me gustan. Los perfumes le gustan modernos, pero los vinos, clásicos... Porque las hechuras de los vinos modernos muchas veces me resultan demasiado recargadas. Detrás hay mucho dulzor, como si estuvieran sobrecargados. En el ramo del vino y de la industria alimentaria también se trabaja con aromas sintéticos. Es un movimiento muy interesante, sobre todo desde el punto de vista económico. Pero tratar artificialmente un queso para que huela a queso no es algo muy natural. Es asombroso y alarmante. En los perfumes busco lo auténtico. ¿Y en el queso? La vaca. Un camembert auténtico sabe a vaca, la puedes oler si cierras los ojos. ¿Se puede sentir la naturaleza en los perfumes? Sí, pero la naturaleza no lo es todo en el mundo de las fragancias. Hay perfumes absolutamente maravillosos que son sintéticos en un 95 por ciento. Pero es cierto que la naturaleza tiene algo muy propio y singular. El aceite de rosas auténtico permanece de forma mucho más prolongada que cualquier base sintética de rosa. Esta difusión, la emanación, es lo que no se consigue artificialmente, pues le faltan las facetas. En una rosa de verdad hay huellas de cera. Es algo muy delicado. Pero con tan sólo un 0,5 por ciento de naturaleza se puede lograr un gran efecto, porque los aromas naturales son tan intensos que sólo un poco es suficiente. Estas sustancias cada vez son más raras. Cada año se publica una lista de diez productos que han desaparecido sólo porque a alguien en algún momento se le ha enrojecido levemente una zona de la piel. ¿Y eso es frustrante? En el caso de los productos químicos, no me molesta. Pero si no puedo utilizar el musgo de encina, llegará un momento en que deje de existir. El musgo de encina formó parte de los primeros perfumes; en Japón visité un santuario donde se cultivan y se cuidan más de 150 variedades distintas de musgo. Pero si la cosa sigue como hasta ahora, dentro de diez años será realmente difícil incluir sustancias naturales en los perfumes. Mark Buxton Está casado y tiene dos hijos de siete y diez años. Dos de sus aficiones son la cocina y la compra, prefiere ir al mercado o directamente al carnicero. Desde hace diez años vive a caballo entre el barrio del Trocadero en París y una casa de maderaje entramado del siglo XVII en Normandía. Creció en Inglaterra y Alemania. Ha creado perfumes para marcas como CdG, Givenchy, Versace, Paco Rabanne, Burberry, Cartier, Chopard y Ferré. Pero él asegura que el estilo y la personalidad de un perfumista sólo pueden reconocerse en los trabajos para la propia marca. La última colección de Buxton -Metamorphoses of colours and moods by Mark Buxton- salió al mercado en otoño de 2008. Más información: www.markbuxton.com.