- Redacción
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- 2017-03-07 18:56:00
Ha ganado el Premio Planeta con ‘Todo esto te daré’, ambientada en zona de vinos: la Ribeira Sacra . Así se descorcha Dolores Redondo
Ambientada en una Galicia de vid. ¿Es un personaje más?
P ara mí, el escenario de las novelas siempre es muy importante porque busco lugares que literariamente siempre son de gran exigencia. Lo fue Baztán para la Trilogía de Baztán y ahora vuelve a serlo la Ribeira Sacra, que reúne una arquitectura espectacular, una belleza natural exultante, los cañones del Sil y del Miño... y además tiene grandes valores gastronómicos y enológicos. Cultivan en viñedos que están en laderas con inclinaciones increíbles. Es un lugar exigente que forja a las personas de una manera especial y me da un fondo extraordinario para los personajes.
¿Qué relación guarda esa Ribera Sacra literaria con tu vida real?
M i padre nació en Sanxenxo, un lugar muy agradable y muy bonito, pero muy diferente a la Ribeira Sacra, que no tiene nada que ver con la costa y que conocí hace cinco o seis años de la mano de mi hermana, que suele venir a esta zona y me dijo: “Tienes que venir porque es el tipo de escenario que a ti te gusta”. Ella sabe que a mí me gustan los lugares que mezclan ese orgullo, esa rudeza y esa belleza natural pero muy salvaje que hay en Ribeira Sacra, una belleza que cueste, una belleza que no sea fácil. Ahora tengo allí muchos amigos porque, además, es gente que suele acoger muy bien.
¿Recomiendas leer la novela con un vino en concreto?
P or supuesto, para Todo esto te daré, tratándose de una novela que transcurre en Ribeira Sacra, un vino de esta tierra, un Godello blanco o un Mencía tinto, uno de los dos, desde luego. No voy a decantarme por ninguna marca en particular, pero cualquiera de estas dos uvas sería un acierto. Y para mi Trilogía de Baztán (El guardián invisible, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta), un navarro, claro está, por ejemplo los de Bodega Inurrieta, que me gustan mucho. De hecho, últimamente han conseguido un vino muy rico que me gusta muchísimo.
En todas tus novelas aparecen recetas, aromas, cocina...
L a cocina es algo capital, importantísmo; por eso, de una manera o de otra, siempre termina apareciendo en todas mis novelas. Y no solo porque yo proceda del mundo de la cocina y tenga conocimientos de cocina, sino porque es algo directamente ligado a la cultura de un lugar, tanto el vino de la tierra como los productos que en ella se produzcan y su gastronomía. Si realmente estás interesado en un lugar, en una tierra, en sus costumbres y en sus tradiciones, no puedes olvidar nunca su modo de comer y de beber, no se come igual en Galicia que en Andalucía, por ejemplo, no se accede igual ni a la cocina ni al vino.
Siempre hay un secreto que guarda cualquier escritor...
L as pintas que llego a tener, porque trabajo muy abrigada y a veces estoy muchos días sin salir de casa... y supongo que lo más inconfesable es el aspecto que tengo mientras escribo. Siempre digo que tengo como dos vidas, una en tacones corriendo por los aeropuertos y haciéndome fotos para los periodistas y la otra en pijama escribiendo con una coleta y un jersey, con un aspecto adecuado para escribir pero no para ser mostrado en público. Soy muy friolera, me pongo capas de todo por encima y no pienso si combinan o no combinan. Eso es lo más inconfesable que hago mientras escribo; eso y beber mucho café.
¿Es cierto que de tu abuela heredaste tu amor culinario?
E s cierto que mi abuela me contaba muchos viejos cuentos y antiguas leyendas que ahora están presentes en mi obra literaria, pero no, la verdad es que no me contaba sus recetas, y eso que tenía unas cuantas. Ella era una mujer muy moderna para su tiempo, ya en su época fue una mujer que trabajaba fuera de su casa y que tenía un negocio propio, pero, aunque no cocinaba mal, la verdad es que no era en la cocina donde hacía los méritos más grandes, no fue allí donde tuvo sus mayores éxitos aunque, eso sí, tenía tres o cuatro recetas realmente muy buenas que todavía perduran dentro de la familia.
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