• Redacción
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• 2017-07-06 10:22:01

Propietario de Bodegas La Mejorada,Rafael Moneo es un arquitecto de fama mundial y el primer español en recibir el prestigioso Premio Pritzker 

¿Cómo surge la idea o la necesidad de ser bodeguero?

E n un primer momento, unos amigos bodegueros me tentaron para comenzar juntos en una bodega. Después, las circunstancias nos convirtieron en los únicos responsables de La Mejorada. Yo siempre había tenido un gran interés por el vino, y lo aprendí a beber cuando hice el Ayuntamiento de Logroño. También fue importante para mí la construcción de la primera de las bodegas con voluntad de dar valor a la arquitectura en bodegas, que fue la de Arínzano para los Chivite, así como la ayuda prestada a Bodegas Magaña. Esto me introdujo en los procesos de elaboración.

¿Hay semejanzas entre el estudio de arquitectura y la bodega?

T anto en el trabajo de un arquitecto en su estudio como en el de un enólogo en la bodega se notan el empeño, las ganas y la ilusión. Establecer el paralelo entre una y otra disciplina sería más difícil. Aunque hay conceptos como estructura y armonía, por ejemplo, que valen para calificar tanto un vino como un edificio. La tierra tiene, sin duda, un gran poder de atracción. Una bodega hace uso de la tierra tanto en sus viñedos como usa el suelo para dar reposo a las crianzas. Conectar viñedos y construcción es donde radica el interés para los arquitectos al proyectar una bodega.

¿Cómo define Rafael Moneo sus propios vinos?

L a arquitectura de la bodega integra lo histórico con la modernidad. Puede que al hablar de vinos tenga sentido mencionar historia y modernidad. Entre tanto, me gustaría que estos vinos fuesen por encima de todo honestos, limpios, bien elaborados. Que sean reflejo de la tierra. Pero también que sean complejos, elegantes, equilibrados, armoniosos e incluso alegres, vinos siempre dignos de ser recordados. Confío en que, siendo así, la conexión con la historia y la modernidad está garantizada. Puede que un día hagamos un blanco. Pero por ahora son los tintos los que nos interesan.

La capilla de la etiqueta de su vino está junto a la bodega...

F ue una auténtica casualidad la que  me trajo con un amigo a ver La Mejorada. Yo ya conocía la Capilla Mudéjar, que es un monumento nacional presente en todas las historias de la arquitectura, y quedé cautivado por la gravedad del lugar. Recomendé a mi amigo que, si compraba las tierras, incluyese también las construcciones anejas. Ahí empezó todo. Es obvio que la Capilla Mudéjar es lo más característico de La Mejorada, así que obviamente tenía que estar en la etiqueta del vino. El dibujo es mío, pero la etiqueta se debe a un diseñador gráfico por quien siento el mayor respeto, Fernando Gutiérrez.

Como la arquitectura, ¿el vino es parte de la cultura?

E l vino se ha popularizado en una sociedad que cada vez es más exigente y está mejor informada. El vino, en una sociedad claramente hedonista como la actual, ha pasado a ser un aliciente más, un elemento más de la cultura.  Sobre vinos, como sobre la arquitectura, todo el mundo puede tener opinión. Gente que sepa de vino o de arquitectura, hay ya menos. Yo naturalmente trato de conocer cuantos más vinos mejor, tanto en España como fuera. En Estados Unidos he podido conocer mejor vinos franceses, californianos, italianos o chilenos que bebo con gusto. Soy, en todo caso, un aprendiz curioso.

Algo inconfesable que le haya sucedido con el vino...

P ues lo cierto es que debo confesar que después de haber tratado, y por todos los medios, de que el nombre de Rafael Moneo permaneciese siempre en un segundo plano en Bodegas y Viñedos La Mejorada, me encontré un día con un vino procedente de Ribera del Duero que se llamaba precisamente así, Moneo. Se ve que, como quien usó el nombre Aalto [famoso arquitecto y diseñador finlandés] para denominar un vino, hay alguna gente que piensa, con sinceridad creo que muy equivocadamente, que los arquitectos tenemos alguna presencia en los mercados. Pero sinceramente creo que, en cualquier caso, esto no es así.